El GIFF celebra estrellas mientras una IA intenta ser Herzog

En un acto de devoción casi religiosa hacia el pasado glorioso del espectáculo mexicano, el Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF) ha decidido repartir cruces de plata, medallas y musas como si fueran indulgencias medievales. Las beneficiadas: Verónica Castro, quien alguna vez hizo llorar a medio continente, y Ana Martín, cuya longevidad en la industria solo es superada por las pirámides de Teotihuacán.

La organización, en un alarde de originalidad, también premiará al cineasta Carlos Carrera (sí, el de El Crimen del Padre Amaro, porque el cine mexicano no ha producido nada relevante desde entonces) y a la productora Rosy Ocampo, cuya contribución a la cultura nacional consiste en telenovelas donde los protagonistas sufren, se separan y se reconcilian en capítulos interminables. ¡Qué noble labor!

Mientras tanto, Emmanuel, cuyo último éxito data de cuando el internet era un sueño futurista, celebrará sus 50 años de carrera con un concierto que, según los organizadores, “no podemos describir porque ni nosotros sabemos qué va a pasar”.

La inteligencia artificial al rescate (o no)

En un giro tragicómico, el GIFF ha decidido incluir en su programación un filme creado por una IA entrenada con la filmografía de Werner Herzog. La obra, titulada “La IA Tan Estúpida Que Jamás Podrá Hacer Filmes Como Los Míos”, es un recordatorio de que, por más algoritmos que se inventen, el cine hecho por humanos seguirá siendo igual de impredecible: a veces genial, a veces insoportable.

Entre los 206 filmes proyectados (121 en competencia), el festival promete debates profundos sobre el futuro del arte. O, al menos, sobre cuántas estrellas de los 70 pueden seguir recibiendo premios antes de que el público se dé cuenta de que el verdadero homenaje debería ser a su capacidad de resistir el paso del tiempo.

Así que prepárense, queridos mortales, para una edición más del GIFF, donde el pasado se celebra con nostalgia, el presente se ignora por conveniencia y el futuro… bueno, el futuro lo está escribiendo una computadora que no entiende por qué Herzog filmaba barcos arrastrándose montaña arriba.