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La Academia ignora a una nominada trans mientras proclama diversidad

La exclusión de una nominada al Óscar revela las contradicciones de la industria cinematográfica.

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La Academia ignora a una nominada trans mientras proclama diversidad

Omiten participación de Karla Sofía Gascón por su antiguo discurso de odio.

En un giro irónico digno de un guion mal escrito, la Academia de Hollywood, esa institución que se ufana de su compromiso con la inclusión, ha decidido que Karla Sofía Gascón —la primera actriz trans nominada al Óscar— no es lo suficientemente diversa para unirse a su exclusivo club. A pesar de su nominación histórica por Emilia Pérez, la Academia ha optado por relegarla al ostracismo, demostrando una vez más que su diversidad es tan superficial como el maquillaje de los protagonistas en la alfombra roja.

Mientras tanto, sus coprotagonistas Adriana Paz y Zoe Saldaña —quien, por cierto, ya tiene su estatuilla— fueron recibidas con los brazos abiertos. ¿Casualidad? Difícilmente. La Academia, ese templo de la corrección política, parece aplicar sus estándares morales de manera selectiva, como si la pureza ideológica fuera un requisito solo para algunos.

Y no es que Gascón sea una santa: sus antiguos tuits racistas y antivacunas salieron a la luz como un recordatorio incómodo de que incluso los marginados pueden ser marginadores. Pero, ¿desde cuándo la Academia se convirtió en el tribunal de la Inquisición? Si excluyéramos a todos los miembros con opiniones cuestionables, la ceremonia del Óscar se celebraría en un teléfono público.

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Mientras Bill Kramer, el director ejecutivo, pontifica sobre que el discurso de odio no tiene cabida en la Academia, uno no puede evitar preguntarse: ¿dónde estaban estos principios cuando Roman Polanski seguía siendo miembro votante? La hipocresía brilla más que el oro de las estatuillas.

Así, mientras la institución se jacta de su 55% de miembros internacionales y su 45% de comunidades subrepresentadas, la omisión de Gascón revela una verdad incómoda: en Hollywood, la inclusión es un espectáculo, no un principio.

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