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Maluma convierte Monterrey en su patio de fiestas privado

El artista colombiano celebró su éxito en Monterrey con una noche de fiesta y anticipó su próximo lanzamiento musical.

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Maluma convierte Monterrey en su patio de fiestas privado

En un acto de generosidad sin precedentes, el semidiós de la música urbana, conocido por sus mortales como “El Papi Juancho” o “Maluma Baby” (títulos nobiliarios que él mismo se otorgó), descendió anoche del escenario de la Arena Monterrey —donde 10,000 almas pagaron por adorarle— para iluminar con su presencia el antro Havana. Allí, entre copas y reverencias de su séquito, demostró que incluso los ídolos necesitan descansar de tanta divinidad.

El ritual del after: donde los dioses juegan a ser humanos

Tras dos horas de agotadora labor repartiendo beats y pelvisazos, el colombiano —de una madurez abrumadora (31 años)— cumplió con el sagrado protocolo de cualquier celebridad: convertir una salida nocturna en un episodio de reality show. Acompañado por su fiel escudero Pipe Bueno, el artista ocupó su trono en la zona VIP, rodeado de guardaespaldas que, irónicamente, parecían más interesados en él que los propios fans.

El misterio del single: ¿Vicio o polvito?

En un arranque de humildad democrática, Maluma compartió con los mortales un adelanto de su próxima canción, cuyo título oscila entre lo confesional (“Vicio”) y lo farmacéutico (“Un Polvito Más”). “Nadie la ha escuchado”, advirtió, en lo que podría ser el eslogan de su próxima gira: “Maluma: exclusividad en estado puro (o en polvo)”.

La caravana del poder: tres camionetas y un beso al aire

La comitiva —compuesta por tres camionetas blindadas y un auto de juguete (para despistar)— abandonó el lugar a las 3:17 AM, no sin antes dejar una ofrenda a la prensa: un beso al aire y un “gracias, Monterrey” que, según testigos, hizo llorar a tres generaciones de regios. Eso sí, una de las camionetas se sacrificó en una avenida para bloquear a los reporteros, porque hasta los dioses necesitan su espacio (y su hotel de cinco estrellas en San Pedro).

Maluma disfrazado de humano común
El astro, camuflado en playera blanca y gorra, demostrando que hasta los elegidos sudan (pero con estilo).

Moraleja: Si un día te cruzas con un convoy de tres camionetas y un tipo que lanza besos como si fueran monedas, no es el Mesías. Es solo otro millonario de 31 años que cree que “cerrar un gran día” requiere 10,000 fans, un bar privado y un título nobiliario autoasignado.

Maluma convierte Monterrey en su patio...
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