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Espectáculos

Mentiras, moda y asesinato se mezclan en el multiverso de Belinda

Un funeral revela secretos mortales mientras el glamour y las mentiras se entrelazan en esta producción.

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En un mundo donde el lentejo y el drama se confunden con la realidad, la alfombra rosa de “Mentiras” no fue solo un evento, sino un ritual sagrado donde las divinidades del espectáculo —Belinda, Regina Blandón, Diana Bovio y Mariana Treviño— se postraron ante el altar del marketing disfrazado de arte. Porque, ¿qué mejor manera de vender una historia sobre engaños que con un despliegue de vestuarios que cuestan más que el salario anual de un mexicano promedio?

La trama, que promete revelar qué mujer asesinó al Emmanuel que las engañó a todas, parece una metáfora perfecta de la industria: un cadáver rodeado de depredadoras, cada una con su propia agenda. Belinda, la reina del espectáculo, brilló en un vestido Versace de archivo, porque nada dice “humildad” como usar un traje que podría pagar la deuda externa de un país pequeño. “Es que Daniela es divertida”, dijo, mientras el personaje se convertía en su alter ego fashionista, porque en el mundo del entretenimiento, la profundidad actoral se mide en metros de tela.

Mientras tanto, Regina Blandón confesó su lucha por alcanzar los agudos de Yuri con una voz de barítono, un detalle que seguramente alegrará a los puristas de la música. “El síndrome del impostor es real”, admitió, aunque en una industria donde el nepotismo es moneda corriente, quizá el verdadero impostor sea el sistema que celebra estos proyectos como si fueran revolucionarios.

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Y no podía faltar Luis Gerardo Méndez, el mesías autoproclamado que, tras seis años de batalla divina, logró convertir una obra de teatro en una serie para Prime Video. “Es un homenaje al teatro musical”, declaró, olvidando mencionar que también es un homenaje al capitalismo voraz que convierte el arte en contenido desechable.

Entre tanto glamour y confesiones profundas, uno no puede evitar preguntarse: ¿realmente importa quién mató a Emmanuel, o solo estamos aquí para ver cómo las celebridades luchan por sobresalir en un mar de egos inflados? Quizá la verdadera mentira sea creer que esto es más que un espectáculo bien empaquetado.

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