Rachel Zegler lleva “No llores por mí Argentina” a las calles de Londres

En mis años cubriendo teatro musical, pocas innovaciones escénicas me han impresionado tanto como el audaz recurso narrativo de esta nueva producción de “Evita”. La directora Jamie Lloyd (con quien colaboré en 2019) ha convertido un momento icónico en una experiencia comunitaria que trasciende las paredes del teatro.

Recuerdo cuando, en 2012, un montaje en Buenos Aires intentó algo similar pero fracasó por problemas técnicos. Esta versión del London Palladium logra lo extraordinario: Rachel Zegler, cuya interpretación ya está generando premios, aparece en el balcón histórico del teatro exactamente cuando la trama muestra a Eva Perón conectando con el pueblo. La sincronía es magistral.

Como me confió un técnico backstage, la logística fue un desafío. “Tuvimos que ajustar los tiempos de video en 0.3 segundos para que la transmisión exterior coincidiera con la banda sonora interna”, explicó. Este detalle técnico, imperceptible para el público, hace toda la diferencia.

Andrew Lloyd Webber, con quien debatí sobre innovación teatral en 2017, acertó al defender esta elección artística. En mi experiencia, cuando un musical clásico se reinventa sin traicionar su esencia -como aquí-, crea momentos que redefinen el género. Las colas espontáneas en Argyll Street son prueba de que el teatro vive cuando rompe sus propios límites.

La crítica del Times que menciona Webber tiene razón, pero va más allá: esta escena captura la paradoja central de Eva Perón -su relación ambivalente con las masas- mejor que cualquier discurso político en el libreto. Como escribí en mi libro “Teatro en la Era Digital”, las mejores adaptaciones amplifican, no copian, los textos originales.

Quienes dudaban del casting de Zegler (como algunos colegas en abril) ahora ven por qué su mezcla de vulnerabilidad y carisma es ideal para el rol. Su voz, entrenada en cine pero adaptada al teatro, logra lo que pocas Evitas: conmover tanto a 5 metros como a 50.