Rihanna despide a su padre en Barbados rodeada de su familia

En un giro que demuestra que hasta las divas del pop deben enfrentar la cruda realidad de la mortalidad, Rihanna —la misma que vende millones de discos y crea imperios de belleza— regresó a Barbados para cumplir con el más humilde de los rituales: enterrar a su progenitor. Acompañada por su consorte, el rapero A$AP Rocky, y sus dos vástagos, RZA y Riot (nombres que, sin duda, sonarán geniales en sus futuras biografías autorizadas), la cantante demostró que incluso las celebridades deben lidiar con la inevitable igualadora que es la muerte.

La artista, quien actualmente gesta a su tercer heredero, fue inmortalizada por los paparazzis de Page Six luciendo un vestido drapeado color carne —porque ¿qué mejor momento para la moda que un funeral?—, tacones abiertos (porque el dolor no debe interferir con el estilo) y gafas de sol (para ocultar las lágrimas o el cansancio, quién sabe). Su semblante, descrito como “solemne”, podría interpretarse como el clásico gesto de quien intenta mantener la compostura mientras el mundo la observa.

Mientras cargaba a Riot, su hijo menor de un año, A$AP Rocky —vestido con la elegancia de quien sabe que está en el ojo público— se encargaba del pequeño RZA, de tres años. Una escena conmovedora, si no fuera porque uno se pregunta: ¿realmente necesitamos ver estas imágenes para entender que las estrellas también lloran? En un mundo obsesionado con el espectáculo, hasta el duelo se convierte en contenido.