Alumnos en Mérida desafían el calor y la oscuridad para seguir aprendiendo

¿Qué harías si el sistema educativo abandonara a tus hijos? En la primaria “María Antonia Ancona”, en el corazón de Mérida, los estudiantes y docentes han convertido la adversidad en un acto de resistencia pedagógica. Durante dos semanas, han desafiado temperaturas sofocantes y la ausencia total de servicios básicos, demostrando que el aprendizaje no se detiene, pero también exponiendo la cruda realidad de un sistema que prioriza burocracia sobre bienestar.

Este jueves, los maestros escalaron su protesta bloqueando calles, no como víctimas, sino como arquitectos de un futuro mejor. Su demanda es clara: exigen a la Segey y la CFE que dejen de tratar la educación como un privilegio y la reconozcan como derecho fundamental. ¿Por qué debemos normalizar que las aulas se conviertan en cámaras de tortura climática?

Mientras las autoridades duermen, estos educadores están escribiendo un nuevo capítulo de activismo docente. No piden lujos, solo lo básico: electricidad para los ventiladores, agua para hidratarse. En un mundo que habla de innovación educativa, ¿no es hora de empezar por garantizar las condiciones mínimas de dignidad? Esta escuela podría ser el epicentro de una revolución que redefina qué significa realmente “calidad educativa”.

Los niños siguen llegando, los maestros siguen enseñando. Su terquedad es un espejo incómodo: ¿cuánto más puede deteriorarse la infraestructura antes de que declaremos una emergencia nacional educativa? Quizás la verdadera lección aquí no esté en los libros, sino en esta muestra cruda de resiliencia que desafía todo pronóstico.