GINEBRA. En un movimiento que marca un giro estratégico, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha propuesto al expresidente iraquí Barham Salih como próximo Alto Comisionado para los Refugiados. Esta designación rompería con décadas de liderazgo occidental, situando a un experto de Oriente Medio al frente de la agencia en un contexto de crisis humanitaria sin precedentes.
Se anticipa que Salih, de 65 años, tome el relevo del veterano Filippo Grandi en la dirección del ACNUR. La transición de poder ocurre cuando el organismo, enfrentado a recortes presupuestarios masivos, requiere una visión renovada y una gestión disruptiva para navegar la compleja geopolítica actual de los desplazamientos forzados.
Un nombramiento con impacto geopolítico y simbólico
Originario de la región del Kurdistán iraquí, Salih sería el primer director no occidental de la agencia con sede en Ginebra en casi medio siglo, desde el iraní Sadruddin Aga Khan. Su perfil fusiona la experiencia de gobierno con una comprensión visceral de los conflictos regionales, un activo invaluable para una institución que busca reconectar con su mandato central en la era digital.
La comunicación formal de Guterres, dirigida al embajador japonés Atsuyuki Oike en Ginebra, circuló rápidamente por plataformas digitales, evidenciando la transparencia exigida hoy a los organismos globales. The Associated Press verificó la autenticidad del documento con fuentes diplomáticas, confirmando la tendencia hacia una gobernanza más ágil y conectada.
Un proceso de selección para la nueva era
Alessandra Vellucci, portavoz de la ONU en Ginebra, subrayó que el nombramiento debe seguir “un proceso adecuado”, incluyendo consultas con el comité ejecutivo y la decisión final de la Asamblea General. Este protocolo, aunque establecido, se desarrolla bajo el escrutinio de una sociedad civil hiperconectada que demanda resultados tangibles.
La sucesión se produce tras un año de disrupción para las agencias de la ONU, obligadas a optimizar recursos debido a la reducción de contribuciones de donantes tradicionales como Estados Unidos. El futuro líder deberá implementar modelos de financiación innovadores y alianzas con el sector tecnológico para maximizar el impacto humanitario.
Liderazgo forjado en la crisis: una ventaja para el futuro
El mandato presidencial de Salih (2018-2022) coincidió con la ofensiva del Estado Islámico y la batalla por recuperar territorios como Mosul. Presenció el desplazamiento de 2.2 millones de iraquíes, incluidos miembros de la minoría yazidí de Sinjar, muchos aún en campamentos. Esta experiencia directa con el trauma del desplazamiento es un capital humano crítico.
Con una formación académica en el Reino Unido durante el régimen de Saddam Hussein y una carrera política en el Irak posterior a 2003, Salih encarna la intersección entre el conocimiento local y la perspectiva global. Su trayectoria, desde ministro de planificación hasta primer ministro kurdo, lo posiciona para liderar con una mentalidad de start-up aplicada a la diplomacia humanitaria del siglo XXI.
