El asesinato de un periodista enciende las alarmas en Ecuador

La noticia del hallazgo sin vida del comunicador Xavier Ramos, redactor de ‘El Universo’, no es solo otro titular. Es un aldabonazo que interpela a la sociedad y la obliga a confrontar una realidad disruptiva: la peligrosa intersección entre la información, el poder y la violencia en Ecuador.

Ramos, un profesional de la prensa de 47 años, fue encontrado en su domicilio en La Alborada, Guayaquil, con lesiones letales provocadas por un arma blanca. Este acto trasciende el crimen individual; es un ataque simbólico contra el cuarto poder, un intento de censura through el terror más primitivo.

El portavoz policial, Gino Sánchez, confirmó el descubrimiento del cuerpo y la naturaleza de las heridas, lo que activó de inmediato el protocolo para un escenario de posible homicidio. El perímetro fue acordonado, transformando un espacio privado en una escena del crimen de interés nacional, un rompecabezas forense cuyas piezas deben esclarecer no solo el cómo, sino el crucial porqué.

La alerta se activó desde la redacción. Su ausencia injustificada en la jornada laboral fue la primera señal de que algo andaba mal. Fueron sus colegas, aquellos que comparten la trinchera de la noticia, quienes sonaron la alarma y emprendieron la búsqueda, demostrando que el gremio periodístico es, en sí mismo, una primera línea de defensa.

El Gobierno ecuatoriano ha emitido un comunicado oficial lamentando el suceso y expresando su solidaridad con el círculo cercano del fallecido. Sin embargo, en un ecosistema mediático bajo creciente presión, las palabras deben ir acompañadas de acciones contundentes. ¿Se investigará este crimen con la máxima prioridad? ¿O se sumará al archivo de casos sin resolver que erosionan la libertad de expresión? La muerte de Xavier Ramos es una herida abierta que exige más que condolencias; exige justicia.