Estados Unidos y Siria avanzan en cooperación energética y diplomática

DAMASCO, Siria

La bandera estadounidense ondeó nuevamente este jueves frente a la residencia diplomática en Damasco, un acto cargado de simbolismo que refleja el deshielo en las relaciones bilaterales tras años de confrontación. Este movimiento coincide con la firma de un acuerdo energético estratégico que podría transformar la infraestructura eléctrica del país, devastada por años de conflicto.

El enviado especial Tom Barrack, también embajador en Turquía, lideró la ceremonia y se reunió con el presidente sirio Ahmad al Sharaa. El pacto, respaldado por un consorcio internacional, incluye la construcción de plantas de energía híbridas (gas y solar) con capacidad para cubrir más del 50% de la demanda eléctrica nacional.

El proyecto, valorado en miles de millones, involucra a gigantes energéticos de Qatar, Turquía y EE.UU., marcando un giro en la política exterior estadounidense hacia Siria. Aunque la embajada en Damasco sigue cerrada desde 2012, este acercamiento —respaldado por Arabia Saudí y Turquía— sugiere una nueva era de diplomacia pragmática.

La administración Trump ha comenzado a relajar sanciones heredadas de la era Assad, mientras promueve una agenda de estabilidad regional. En redes sociales, el Departamento de Estado destacó el rol de Barrack para “frenar el extremismo y asegurar la paz”. El propio diplomático alabó la visión de Trump en un tuit, refiriéndose a la oportunidad histórica para la autodeterminación siria.

Este acercamiento, aunque polémico por los vínculos pasados de Al Sharaa con grupos insurgentes, ilustra cómo los intereses geoestratégicos y las energías limpias están redefiniendo alianzas en Oriente Medio.