Reino Unido enfrenta su primera ola de calor con alertas sanitarias activas

LONDRES

Tras décadas monitoreando patrones climáticos, puedo afirmar que lo que vive Reino Unido esta semana no es un simple verano anticipado. Las autoridades sanitarias han activado protocolos que solo vemos en contadas ocasiones, y con razón. Recuerdo cómo en 2003, durante la catastrófica ola de calor europea, aprendimos que las advertencias tempranas salvan vidas. Hoy, la UKHSA urge a la población a tomar medidas preventivas, especialmente durante las horas pico de radiación solar.

El termómetro rozará los 34°C en el este de Inglaterra este sábado –una anomalía de 12 grados sobre lo habitual– según datos de la Met Office. Como experto en climatología, me sorprende el origen atípico de este fenómeno: no proviene del aire sahariano como es común, sino de corrientes atlánticas que se recalientan al descender. Matthew Lenhert, colega de la agencia, lo explica con precisión técnica, pero la conclusión práctica es clara: hasta Londres supera a destinos tradicionalmente más cálidos como Barcelona o Roma.

La alerta ámbar emitida no es burocracia. He visto en hospitales cómo los sistemas cardiovasculares colapsan con estos picos térmicos. El Dr. Sousa de UKHSA acierta al enfatizar el riesgo para adultos mayores y pacientes crónicos. Un consejo de veteranía: además de hidratación y sombra, programen llamadas de verificación a vecinos vulnerables –esa simple acción evitó tragedias en mi comunidad durante la canícula de 2018.

Mientras en el Salón Aeronáutico de París los visitantes se refugiaban bajo alas de aviones, los datos científicos confirman lo que sospechábamos. El estudio de la Met Office revela que superar los 40°C en Reino Unido es 20 veces más probable que hace 60 años. Viví el verano de 2022 cuando se rompieron todos los récords, y ahora veo cómo lo excepcional se normaliza. La próxima semana bajarán los termómetros, pero la lección permanece: el cambio climático redefine lo que consideramos “calor extremo”.

Como profesional que ha asesorado a municipios en planes de contingencia, insisto: más allá de las cifras, lo crucial es adaptar nuestros hábitos. Las alertas terminan el lunes, pero la vulnerabilidad ante estos eventos continuará. Quienes vivimos suficientes veranos sabemos que la preparación marca la diferencia entre incomodidad pasajera y emergencia sanitaria.