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Internacional

Republicanos venden tierras públicas para financiar recortes fiscales

Una polémica medida republicana desata la furia de ambientalistas al subastar patrimonio natural.

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En un acto que solo puede describirse como el mayor remate de patrimonio nacional desde que un emperador romano subastó el Coliseo para pagar sus fiestas, los republicanos de la Cámara de Representantes han decidido que lo que Estados Unidos realmente necesita es menos naturaleza y más taladros. Con la elegancia de un bulldozer en un jardín botánico, añadieron una cláusula a su paquete de “recortes fiscales” (léase: regalos a corporaciones) que autoriza la venta de miles de hectáreas de tierras públicas en Nevada y Utah. ¿El objetivo? Según ellos, “estimular la economía”. Traducción: llenar los bolsillos de las petroleras mientras fingen que construirán casas “asequibles” en medio de un desierto.

Los demócratas, como es tradición, se indignaron con la fuerza de un hamster frente a un lobo, mientras grupos ambientalistas advirtieron que esto no es solo una venta, sino una traición a escala épica. “Las tierras públicas no deberían tener precio”, declaró un representante del Sierra Club, ignorando que, en el capitalismo tardío, hasta el aire pronto tendrá su propio NFT.

Pero no todo está perdido. Ryan Zinke, exsecretario del Interior bajo Trump y ahora congresista, dibujó una “línea roja” contra la venta de tierras… aunque, considerando su historial, probablemente la trazó con lápiz de cera. Mientras tanto, el nuevo “Caucus Bipartidista de Tierras Públicas” se prepara para su lanzamiento, una iniciativa tan efectiva como un paraguas de papel contra un huracán de codicia corporativa.

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Y por si fuera poco, el proyecto también reduce las regalías por extracción de petróleo y carbón, porque nada dice “amor al planeta” como subsidiar a las industrias que más lo contaminan. En un giro tragicómico, hasta el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico está en la lista de liquidación. Porque, ¿qué mejor lugar para perforar que el hogar de los osos polares? Total, para cuando se derrita el último glaciar, los accionistas ya habrán comprado sus bunkers en Nueva Zelanda.

Los republicanos insisten en que esto generará “desarrollo”. Claro, el mismo tipo de desarrollo que convirtió el Edén en un estacionamiento de Walmart.

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