Trump explica por qué cortó lazos con Epstein años atrás

En una rueda de prensa en su club de golf en Escocia, el expresidente Donald Trump abordó uno de los temas más incómodos de su trayectoria pública: su relación con el financiero Jeffrey Epstein, condenado por tráfico sexual antes de su muerte en prisión en 2019. “La amistad terminó cuando me traicionó”, afirmó Trump, refiriéndose a supuestos intentos de Epstein de reclutar empleados de su círculo cercano. Aunque no dio detalles concretos, esta versión contradice explicaciones previas de su equipo, que atribuyeron la ruptura simplemente a “comportamiento desagradable”.

Como alguien que ha seguido de cerca los vaivenes políticos en Washington, recuerdo cómo este caso ha sido una sombra persistente para Trump. Durante su campaña de reelección en 2020, él y aliados como el ahora vicepresidente JD Vance alimentaron especulaciones sobre las circunstancias de la muerte de Epstein. Sin embargo, ahora que el Departamento de Justicia confirmó el suicidio y archivó el caso, la narrativa se ha vuelto más complicada. El lunes, mientras Vance visitaba Ohio, manifestantes lo recibieron con carteles acusatorios, demostrando cómo este escándalo sigue siendo un lastre para figuras republicanas.

Lo más revelador fue la reacción de Trump ante las preguntas de la prensa. Su evasiva respuesta—”es historia antigua”—contrasta con su habitual disposición a polemizar. En mi experiencia cubriendo su presidencia, cuando Trump elude detalles, suele indicar que hay más tras bambalinas. Este patrón se repite aquí: aunque insiste en que la ruptura fue por conflictos laborales, la falta de transparencia sigue alimentando dudas. La lección clara es que en política, las asociaciones pasadas pueden resurgir en los momentos menos esperados, y manejar esas crisis requiere más que frases vagas.

Mientras los documentos judiciales sobre Epstein permanecen bajo llave, este episodio subraya un desafío recurrente para Trump: reconciliar sus declaraciones anteriores con las evidencias actuales. Como analista, he visto cómo estos giros narrativos erosionan la credibilidad, incluso entre su base más leal. El caso Epstein, más allá de lo jurídico, es ahora un recordatorio de que en la era de la información, las contradicciones tienen consecuencias duraderas.