Señoras y señores, pasen y vean: en la carpa de Morena, el acto estelar no es un mitin ni una reforma… es la desaparición mágica de Andy López Beltrán.
¡82 días sin presentarse a trabajar! Un récord digno de aplauso… o de trompeta de payaso.
Mientras los malabaristas del partido hacen equilibrios con promesas y discursos, Andy aparece en otra pista: inaugurando Realesco, S.A. en Guadalajara, un “templo” de vinos naturales con permiso para bares y restaurantes.
Aportó 5 mil pesos al capital, pero con el apellido López Beltrán en la marquesina, la taquilla se vende sola.
Su último número político fue el 24 de mayo en Durango. Desde entonces, ni rastro en el escenario morenista: no hay giras, no hay discursos… pero sí hay descorche y copa en mano.
Dicen que no es conflicto de intereses… que es “versatilidad de showman”: de secretario a sommelier en un parpadeo.
En este circo, el público paga por ver política… y se lleva de recuerdo un maridaje de apellido con negocio. Andy no necesita trapecio: ya vive colgado de la red más segura, la de su herencia.Mientras el resto suda en campaña, Andy ya entendió que su número más rentable no es en la carpa de Morena… sino en la pista privada donde el vino corre, las luces bajan y el apellido nunca pierde el equilibrio.