Sheinbaum invita al Papa León XIV a México en el Día de la Virgen de Guadalupe

En el marco de la celebración del Día de la Virgen de Guadalupe, este 12 de diciembre, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, mantuvo una conversación telefónica con el papa León XIV, a quien extendió una invitación formal para visitar el país. El diálogo, que se produjo en una fecha de profunda significación cultural y religiosa para la nación, representa un gesto diplomático de alto nivel que refuerza los vínculos entre el Estado mexicano y la Santa Sede.

Según informó la propia mandataria a través de sus redes sociales, el pontífice envió saludos y bendiciones al pueblo mexicano con motivo de la festividad guadalupana. Sheinbaum detalló el contenido de la llamada, subrayando un punto de consenso fundamental: “Coincidimos en que, más allá de la religión que profese cada persona y de la laicidad del Estado, la Virgen de Guadalupe es símbolo de identidad y paz para las y los mexicanos”. Esta declaración enmarca la figura mariana no solo en un contexto confesional, sino como un elemento unificador de la identidad nacional, un concepto que históricamente ha trascendido el ámbito puramente religioso para convertirse en un pilar cultural.

La conversación no fue un acto aislado de la presidenta, sino que contó con la presencia de altos funcionarios de su gabinete, lo que le confiere un carácter institucional y de Estado. Acompañaron a Sheinbaum la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, y el encargado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Roberto Velasco. La participación de estas figuras clave en seguridad interior y política exterior señala la importancia estratégica que el gobierno federal otorga a esta relación bilateral. La secretaria Rodríguez calificó el contacto como “un recordatorio profundo de fe, alegría y esperanza”, y afirmó que “el pueblo de México sería muy feliz con la visita del Papa”.

La invitación a León XIV se produce en un momento de redefinición de las relaciones entre el Estado laico mexicano y la Iglesia Católica, una institución que conserva una influencia social masiva. La gestión diplomática con el Vaticano requiere un equilibrio delicado entre el respeto a la fe mayoritaria de la población y la defensa de los principios constitucionales de separación Iglesia-Estado. Un eventual viaje apostólico del pontífice a México tendría un impacto multifacético, movilizando a millones de creyentes, generando una cobertura mediática global y ofreciendo una plataforma para abordar, desde la perspectiva vaticana, temas de agenda común como la justicia social, la migración o la paz.

Históricamente, las visitas papales a territorio mexicano —como las de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco— han sido eventos de enorme trascendencia social y política, capaces de congregar multitudes y de insertarse en el debate público nacional. La gestión de esta invitación por parte del gobierno de Sheinbaum puede interpretarse como un reconocimiento práctico de este poder de convocatoria y autoridad moral, buscando un canal de diálogo con una amplia base ciudadana. El éxito de esta gestión diplomática dependerá ahora de la agenda del Vaticano y de la capacidad de ambas partes para coordinar un evento de tal magnitud, que sin duda marcaría un hito en el actual sexenio y en la historia reciente de las relaciones entre México y la Santa Sede.

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