Los bloqueos no son el problema, son el síntoma de un sistema roto
La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) ha señalado lo evidente: los cierres viales que paralizan el país son solo la punta del iceberg de una crisis estructural que exige una reinvención radical. ¿Y si en lugar de ver estos bloqueos como obstáculos, los interpretamos como la chispa que puede detonar la gran transformación de nuestra infraestructura nacional?
La seguridad como commodity: cuando el riesgo se convierte en moneda de cambio
Las demandas de protección de transportistas y agricultores revelan un mercado paralelo donde la inseguridad se ha convertido en un impuesto no oficial. Los productores, además, enfrentan una paradoja absurda: cultivar el alimento básico de la nación se ha vuelto financieramente inviable. El precio del granos no cubre los costos, creando un círculo vicioso que amenaza nuestra soberanía alimentaria.
Coparmex identifica correctamente que la interrupción de 33 corredores logísticos genera disrupciones en la cadena de suministro, pero el verdadero desafío es más profundo: hemos construido una economía frágil que colapsa ante la menor presión. La movilidad sin restricciones es esencial, pero criminalizar la protesta es tratar la fiebre ignorando la infección.
Del diálogo reactivo a la co-creación disruptiva
El organismo empresarial aboga por el diálogo, pero lo que necesitamos es una mesa de innovación abierta donde transportistas, agricultores, tecnólogos y autoridades diseñen juntos el nuevo ecosistema de movilidad nacional. Imaginemos carreteras inteligentes con sensores IoT, corredores seguros con vigilancia predictiva, y sistemas de pago justo que eliminen la asfixia financiera del campo.
La falta de financiamiento y apoyos no es un vacío, es una oportunidad para crear mecanismos de inversión colectiva donde toda la cadena de valor participe. ¿Qué tal si los grandes consorcios que dependen del transporte invierten directamente en la seguridad y modernización de las rutas?
La propuesta de Coparmex de colaboración entre instancias es el primer paso, pero debemos ir más allá. Necesitamos prototipar soluciones en tiempo real, crear laboratorios viales donde probar tecnologías de seguridad, y establecer modelos de negocio donde la protección sea un servicio premium que genere valor en lugar de costos.
Esta crisis es nuestra oportunidad para reinventar no solo cómo nos movemos, sino cómo concebimos la relación entre producción, logística y seguridad. Los bloqueos hoy incomodan, pero mañana podrían recordarse como el catalizador que nos obligó a construir un sistema realmente resiliente.
