Colapso en obra de Álvaro Obregón deja tres obreros lesionados

Como experto con décadas en gestión de riesgos en construcción, este incidente en la colonia San Pedro de los Pinos no me sorprende, pero sí me indigna. Ayer, mientras supervisaban el colado en un nivel intermedio, la estructura cedió abruptamente bajo el peso del concreto fresco. He visto este escenario demasiadas veces: fallas en el encofrado, cálculos erróneos de carga o prisas por cumplir plazos. Los tres heridos, afortunadamente con pronóstico estable, podrían haberse evitado con inspecciones rigurosas previas al vertido.

Recuerdo un caso similar en 2015 en Naucalpan, donde el colapso de una losa por soportes inadecuados terminó en tragedia. Aquí, la rápida actuación de Protección Civil de Álvaro Obregón fue clave, pero la lección es clara: ningún atajo justifica comprometer vidas. La obra está paralizada ahora, pero las investigaciones deben ir más allá de buscar culpables; deben replantear protocolos. Las fracturas de un obrero y los traumatismos de sus compañeros son heridas que la industria debe sanar con prevención real, no con discursos.

El perímetro acordonado es un recordatorio silencioso de lo frágil que puede ser la seguridad cuando se prioriza la velocidad sobre la técnica. En mis años como asesor, he aprendido que los accidentes nunca son “casualidades”; son el resultado acumulado de decisiones. Hoy, tres familias esperan noticias en un hospital cuando deberían estar celebrando el fin de la jornada. La construcción exige respeto, y este incidente es otra llamada de atención que no podemos ignorar.