Culiacán enfrenta otra tragedia por violencia contra mujeres

Culiacán, Sinaloa — ¿Qué pasa cuando la normalización de la violencia alcanza niveles críticos? Gloria Thalía “N”, de 28 años, se convirtió en la víctima número 38 de feminicidio este año en la región, asesinada a quemarropa frente a su hogar en el fraccionamiento Chula Vista. Este crimen no es un caso aislado, sino parte de un sistema fracturado donde la impunidad alimenta la tragedia.

Los testigos relataron que dos hombres en motocicleta interceptaron a la joven. Uno de ellos descendió y disparó dos veces, ejecutando un modus operandi que repite patrones del crimen organizado. Mientras las autoridades delimitaban la zona con cinta amarilla, surge la pregunta incómoda: ¿Cuántas cintas más se necesitan para que la sociedad exija un cambio radical?

Menos de 24 horas antes, Efigenia “N”, de 43 años, murió por una bala perdida durante un enfrentamiento entre fuerzas de seguridad y civiles armados. Estos episodios reflejan una guerra no declarada donde las mujeres son víctimas colaterales de un conflicto estructural. La Cruz Roja trasladó a Efigenia con un impacto en el pecho, pero su muerte simboliza el fracaso de las estrategias de seguridad convencionales.

¿Y si en lugar de reactivos fuéramos proactivos? Imaginen un sistema que combine inteligencia artificial predictiva con redes comunitarias para identificar zonas de riesgo. O políticas que traten la violencia de género como lo que es: una emergencia nacional. Mientras las estadísticas crecen, Culiacán se convierte en un espejo distorsionado de lo que ocurre en todo México. La pregunta no es quién será la próxima víctima, sino qué estamos dispuestos a reinventar para evitarlo.