El cambio climático resucita al gusano devorador de ganado

En un giro irónico digno de una distopía ecológica, el calentamiento global no solo derrite glaciares, sino que también ha obsequiado a México el retorno de su peor pesadilla ganadera: el gusano barrenador, ahora con superpoderes evolutivos. La mosca Cochliomyia hominivorax –cuyo nombre científico podría traducirse como “devoradora de humanos en su tiempo libre”– ha desarrollado un sofisticado radar para esquivar machos estériles, como si fuera una soltera en app de citas selectiva.

La Dra. Alcalá Canto, experta en parásitos con sentido del humor negro, describe este fenómeno como “una tormenta perfecta” donde el cambio climático, la evolución acelerada y la burocracia fronteriza se alían contra el ganado. Los controles biológicos –esa vieja táctica de inundar el campo con insectos castrados– ahora requieren el doble de efectivos, como si se tratara de una guerra donde las moscas hembras llevan la ventaja: “Antes bastaban 500 millones de solteros frustrados, ahora necesitamos una legión”, confiesa la científica.

Mientras tanto, la UNAM intenta contener el apocalipsis parasitario con antiparasitarios carísimos y talleres para veterinarios, en un país donde “accesible” suena a término mitológico. El Dispositivo Nacional de Emergencia se activó en 2024, aunque algunos ganaderos juran que la plaga llegó antes, camuflada entre promesas políticas incumplidas.

Lo más hilarante: en medio de este caos, las autoridades insisten en que “no hay riesgo para humanos”. Solo 41 casos registrados entre 1969 y 1990, lo que equivale a decir que tienes más probabilidades de morir aplastado por un taco volador que por este gusano. Eso sí, si eres vaca, reza. O emigra.

Moraleja: el planeta nos devuelve cada golpe con intereses. Hoy son gusanos mutantes; mañana, quién sabe. Quizá deberíamos dejar de jugar a ser dioses con termostatos y fronteras.