Nacional
El diesel fantasma y la épica persecución de un remolque sin placa
Un conductor sin papeles y 30 mil litros de misterioso diesel protagonizan un episodio de la épica burocrática mexicana.

En un giro argumental que ni el más creativo guionista de telenovelas hubiera osado imaginar, un moderno Prometeo fue interceptado mientras transportaba 30 mil litros de “diesel de procedencia tan legal como los diplomas de ciertos políticos”. El héroe de esta odisea burocrática, respondiendo al nombre de Luis “N” (porque en México hasta la identidad es un misterio fiscalizable), intentó esquivar a la autoridad con el argumento universal de los culpables: “Tengo prisa”, frase que, curiosamente, nunca funciona con los agentes de tránsito pero sí en los bancos.
La Policía de Caminos, en un arrebato de eficiencia inusual, detectó que el remolque carecía de placa, delito equiparable, según el código penal no escrito, a llevar calcetines con sandalias. Mientras el conductor buscaba en sus bolsillos los documentos que nunca tuvo (¿acaso alguien guarda recibos de combustible como si fueran cartas de amor?), el Ministerio Público Federal ordenó su arresto, demostrando que cuando el Estado quiere, puede… aunque sea para perseguir a un camionero en vez de a los dueños de las tomas clandestinas.
En un episodio paralelo digno de realismo mágico, la Guardia Nacional tropezó con 12,650 litros de hidrocarburo en La Providencia (ironías del destino), pueblo cuyo nombre parece burlarse de la idea misma de justicia. Los recipientes, abandonados como si fueran trastes sucios después de una fiesta de narcos, esperaban pacientemente a que otro funcionario los “pusiera a disposición”, eufemismo legal para “archivarlos en el limbo de los expedientes eternos”.
Mientras tanto, en algún despacho oficial, un burócrata anotaba con caligrafía perfecta: “Día productivo: detenido un eslabón microscópico de la cadena. El sistema funciona”. Y así, entre prisas inexplicables y documentos inexistentes, el circo de la guerra contra el huachicoleo sigue su curso, con actores secundarios que pagan el precio y protagonistas que nunca aparecen en escena.

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