El fuego devora el santuario de las mariposas monarca en Michoacán

En un acto de poética ironía, el fuego —ese gran ecologista— decidió podar sin permiso el santuario de las mariposas monarca en Michoacán. Los habitantes de Senguio, esos eternos optimistas, aún creen que las autoridades aparecerán… quizá cuando las llamas terminen su banquete de bosque.

La Sierra Chincua, rebautizada como “El Monasterio en Llamas”, recibe a sus ilustres visitantes aladas con un espectáculo pirotécnico gratuito. Las brigadas locales, equipadas con ramas y buenas intenciones, luchan contra el siniestro mientras esperan que el gobierno federal envíe ayuda… o al menos un tweet de solidaridad.

Entre tanto, el lepidóptero, ese migrante ilegal que cruza fronteras sin visa, ve cómo su Airbnb natural se reduce a cenizas. Los ejidatarios, esos héroes anónimos con palas en lugar de varitas mágicas, piden refuerzos. Pero en el gran teatro de la burocracia ambiental, el telón nunca se abre a tiempo.

Michoacán y el Estado de México, esos vecinos que comparten todo (incluso los desastres), observan cómo el fuego dibuja nuevas fronteras. Mientras tanto, en algún despacho oficial, un funcionario debate si declarar el incendio “patrimonio cultural inmaterial” o simplemente culpar al cambio climático… otra vez.