El gobierno celebra récords de recaudación mientras el pueblo paga la fiesta

En un giro cómico digno de una tragicomedia barroca, el Ministerio de Hacienda ha anunciado con bombos y platillos que ha batido todos los récords de extracción… digo, de recaudación fiscal. Sí, amigos contribuyentes, mientras ustedes aprenden a vivir con una dieta de aire y esperanza, el fisco ha descubierto el secreto para multiplicar los panes y los peces: exprimir hasta la última gota de sudor ciudadano.

Las cifras son tan espectaculares que hasta Midas envidiaría este toque: un 47.6% más de ingresos por importaciones, gracias a la milagrosa “mayor vigilancia aduanera” (léase: más cámaras, menos contrabandistas distraídos). Y no contentos con eso, el IVA también ha florecido como amapola en campo fértil, creciendo un 13.9%, porque nada estimula más el consumo que subirle el precio a todo lo que se mueve.

Pero no todo es miel sobre hojuelas en este paraíso fiscal. El IEPS, ese impuesto que grava desde cervezas hasta gasolinas (porque la felicidad también debe tributar), ha caído un 1%. ¿La razón? Los estímulos fiscales para “estabilizar precios”, o lo que en lenguaje mortal se traduce como: “el pueblo ya no aguanta más y mejor soltamos un poco la soga”. Eso sí, el petróleo, ese oro negro que alguna vez fue nuestra gallina de los huevos de oro, sigue en picada, porque al parecer extraer crudo es menos rentable que extraerle impuestos al ciudadano promedio.

Y como en toda buena farsa burocrática, el déficit presupuestario resultó ser menor de lo esperado (105 mil millones en lugar de 312 mil millones), lo que demuestra que, cuando se trata de recortar gastos… bueno, mejor seguimos cobrando más impuestos. El superávit primario, ese término técnico que significa “nos sobra dinero después de pagar intereses”, alcanzó los 285 mil millones, suficiente para comprar varios estadios Azteca… o tal vez para construir un hospital. Pero quién necesita salud cuando tienes cifras récord, ¿verdad?

Así que celebremos, queridos contribuyentes, este nuevo hito en la saga de “Cómo vaciar bolsillos sin mover un dedo”. Porque en este país, la única cosa que nunca entra en recesión es el ingenio fiscal para sacarle hasta el último centavo al ciudadano.