El Gran Teatro de la Generosidad Burocrática
Con la pomposa solemnidad de un edicto real, el régimen ha decretado el inicio del Sagrado Periodo de Distribución de la Dádiva Oficial. A partir de este glorioso 3 de noviembre y hasta el 27 del mismo mes, los arcas del erario se abrirán cual piñata en fiesta patronal para esparcir las Pensiones del Bienestar, ese sublime mecanismo de redistribución que convierte a ciudadanos en súbditos agradecidos.
El Catálogo de las Limosnas Estratificadas
La Suma Sacerdotisa de la Beneficencia Estatal, Ariadna Montiel, ha revelado con celo teológico los cinco sacramentos económicos que componen este bimestre de gracia:
- Pensión Mujeres Bienestar: El subsidio que consagra la condición femenina como categoría de necesidad perpetua.
- Pensión Adulto Mayor: El óbolo que transforma la vejez en mercancía electoral.
- Pensión Discapacidad: La moneda que paga la dignidad de quienes enfrentan barreras estructurales.
- Pensión Madres Trabajadoras: El reconocimiento paternalista a la doble jornada que el sistema explota.
- Sembrando Vida: La metáfora agrícola que disfraza de desarrollo rural la dependencia programada.
La Liturgia del Desembolso
Los pagos se ejecutarán con la precisión de un ritual ancestral, organizados según la letra del primer apellido, como si de un orden alfabético de méritos se tratara. Así, desde esta fecha fatídica, los recursos fluirán hacia las cuentas bancarias en una coreografía perfectamente coreografiada de generosidad interesada.
Este monumental aparato de asistencia social, uno de los programas insignia del Gobierno de México, se despliega con la eficiencia de quien reparte limosnas antes de la cosecha electoral. Millones de adultos mayores, mujeres y personas con discapacidad se convierten, sin quererlo, en extras del gran espectáculo de la filantropía estatal, donde cada depósito bimestral es un recordatorio de quién controla las llaves de la supervivencia.
