El Gran Teatro de la Incomunicación Oficial

El Gran Teatro de la Incomunicación Oficial

En un alarde de precisión burocrática que haría llorar de emoción a un contador público, el Ilustrísimo Señor Jesús Antonio Esteva Medina, Sumo Pontífice de la Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), ha desvelado con pompa y circunstancia el Mapa del Desamparo Nacional. Según su celestial informe, un total de 307 comunidades han sido oficialmente designadas como territorios de la no-comunicación, gracias a las divinas diluviales que el cielo, en su infinita sabiduría, descargó sobre los mortales.

Desde el sagrado recinto de Palacio Nacional, escenario de estos divinos comunicados, se nos ha revelado la sagrada distribución del caos: Hidalgo, con 155 aldeas fantasma, se corona como el campeón indiscutible del aislamiento. Le sigue, en este podio de la desgracia, Puebla con 77, Veracruz con 57, y el modesto Querétaro, que con sus 18 comunidades desconectadas, parece un principiante en el arte de la incomunicación.

Pero la tragedia no estaría completa sin sus símbolos de progreso derrumbado. El secretario, con la solemnidad de un arqueólogo anunciando un hallazgo, nos regala la perla de los 39 puentes afectados. Treinta y nueve monumentos a la ingeniería que, en un acto de rebeldía contra la gravedad y el sentido común, han decidido tomarse unas vacaciones.

Frente a este colapso de lo tangible, el Estado despierta de su letargo con la furia de un dios olímpico. Se han desplegado 137 frentes de obras, una cifra tan épica como vaga. Un ejército de 4,125 elementos de las secretarías de la Defensa y Marina ha sido convocado para esta cruzada contra la naturaleza. Y como en toda epopeya moderna que se precie, la caballería no llega en caballos, sino en 41 helicópteros distribuidos con precisión militar: 19 sobrevuelan los cielos de Hidalgo, 13 los de Veracruz, siete los de Puebla y dos, quizás por caridad, los de Querétaro.

Es el gran espectáculo de la solidaridad numérica, donde la catástrofe se mide en unidades, el desastre en estadísticas y la esperanza en la cantidad de rotores girando en el cielo. Un consuelo matemático para quienes ven cómo el mundo literalmente se deshace bajo sus pies.

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