En un giro argumental que nadie anticipó pero todos esperaban, el gran elenco del magisterio yucateco anuncia la puesta en escena de su ya clásica obra: “El Paro Laboral“, función estelar programada para el 4 de septiembre. La producción promete ser un rotundo éxito, con funciones en todos los planteles educativos de la región.
El Sindicato Nacional de Educación Superior (SNES), actuando también como dramaturgo, distribuyó por redes sociales el comunicado oficial—un texto tan cargado de pathos como escaso de soluciones concretas. La trama, según declaran, se teje ante el vil incumplimiento de los acuerdos establecidos en las sagradas mesas de trabajo por parte de la Secretaría de Educación (Segey), institución que aparentemente confundió su rol de facilitadora con el de antagonista principal.
El nudo de la obra gira en torno a los presuntos abusos de autoridad cometidos por los rectores de un trío de universidades—la UTM, la UPY y la UTRS—quienes, en un alarde de creatividad gerencial, han perfeccionado el arte de ignorar peticiones. Los docentes, cansados de actuar en un drama donde el guión les niega condiciones básicas para su desempeño laboral y la calidad educativa es un personaje secundario, han decidido irse a huelga.
En un emocionante giro de eventos, el elenco se expande. Los profesores de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación (CETEY) y su homóloga regional han decidido unirse a la función, suspendiendo labores en un impresionante circuito de ciudades: Tizimín, Maxcanú, Izamal, Valladolid, Mérida, Motul, Tekax y Peto. La gira promete ser exhaustiva.
El gran final, un crescendo de absurdidad burocrática, dejará a aproximadamente 3,500 estudiantes de 40 escuelas públicas como espectadores involuntarios de este teatro del absurdo, donde el telón se alza para revelar que el mayor drama no es la suspensión de clases, sino el espectáculo mismo de una maquinaria educativa que, en su lucha por el poder, olvidó para qué existe.
