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El huachicol que no cesa y los récords que no convencen

Las autoridades celebran un récord histórico en decomisos, mientras el huachicol sigue fluyendo como la crítica.

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Ciudad de México — En un acto de heroísmo burocrático que rivaliza con los mitos griegos, el Gobierno de México anunció con bombo y platillo el decomiso de 15.4 millones de litros de combustible robado, suficiente para llenar la paciencia de un país entero. La hazaña, calificada como “la más grande de la administración”, ocurrió en Coahuila, tierra de desiertos y, al parecer, de carrotanques abandonados como si fueran chicles en una banqueta.

Según el Gabinete de Seguridad, los operativos fueron tan espectaculares que casi parecieron película: primero, en Ramos Arizpe, encontraron 3.9 millones de litros en vehículos “aparentemente abandonados” (como si los huachicoleros hubieran ido por unas tortillas y se les olvidó regresar). Luego, en Saltillo, hallaron 96 contenedores móviles varados en vías férreas, porque nada dice “discreción” como estacionar el equivalente a un pequeño puerto petrolero junto a las vías del tren.

Las autoridades, emocionadas, declararon que este es el “aseguramiento de mayor magnitud” de su gestión, omitiendo mencionar que, en el mismo periodo, Pemex perdió 20,000 millones de pesos por el mismo delito. Pero, ¡eh!, al menos se decomisó algo, lo cual es más de lo que puede decirse de los impuestos que evaden ciertos empresarios.

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Mientras tanto, el huachicol fiscal —esa joya de la creatividad criminal donde el crudo robado viaja a EE.UU., se refina y vuelve a México con papeles falsos— sigue tan campante. Y aunque el gobierno asegura que no tolerará más el saqueo, los ductos de Pemex parecen tener más agujeros que un queso gruyere en manos de ratones con doctorado en ingeniería.

Lo más irónico: mientras las redes de robo se desarticulan en un lugar, resurgen en otro, como un juego de whack-a-mole donde los martillos son discursos y los topillos, cárteles. Pero no se preocupen: según las autoridades, esto demuestra que el combate al huachicol es una prioridad. Claro, igual que decir que tapar el sol con un dedo es una estrategia climática.

En resumen: celebremos los decomisos récord, ignoremos las pérdidas récord y crucemos los dedos para que, algún día, la corrupción y la ineptitud también sean decomisadas. O al menos, puestas en carrotanques abandonados.

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