Reinterpretando los Números: Más Allá del Crecimiento del 1.3%
¿Y si el dato del 1.3% de crecimiento en los puestos de trabajo remunerados no es una simple estadística, sino el síntoma de una profunda reconfiguración geoeconómica? El segundo trimestre de 2025, con sus 40 millones de ocupaciones reportadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), nos obliga a hacer una lectura lateral. No celebremos la cifra agregada; diseccionemos la asimetría. Mientras Nuevo León, Hidalgo y la Ciudad de México lideran con alzas superiores al 3%, un conjunto de entidades como Campeche, Quintana Roo y Oaxaca se contraen. Esto no es un ciclo económico uniforme; es la evidencia de una migración silenciosa de oportunidades, un “big bang” laboral que concentra su energía en polos específicos, dejando atrás zonas que requieren una reinvención radical.
La Geografía del Éxito: ¿Un Modelo Replicable o un Ecosistema Único?
La pregunta disruptiva no es cuáles entidades crecieron más, sino ¿por qué ese clúster específico –Ciudad de México, Nuevo León, Estado de México, Tamaulipas, Hidalgo– aportó 1.24 puntos porcentuales al total nacional? ¿Qué conexiones invisibles, qué simbiosis entre industria, educación y política pública han creado estos ecosistemas de empleo resilientes? En lugar de intentar copiar y pegar modelos, imaginemos si los estados con decrecimiento podrían saltarse etapas. ¿Podría Oaxaca, por ejemplo, convertirse en un hub de teletrabajo para industrias digitales, aprovechando su capital cultural y evitando la dependencia de modelos industriales tradicionales? El pensamiento lateral exige que veamos las disminuciones no como fracasos, sino como lienzos en blanco para prototipar el futuro del trabajo.
La Revolución de las Remuneraciones: ¿Crecimiento Real o Espejismo Inflacionario?
Aquí está el dato verdaderamente explosivo: un incremento del 6.5% en las percepciones salariales, alcanzando los 9.9 billones de pesos. Pero desafiemos la convención. ¿Un aumento nominal del 10.4% en Hidalgo o del 8.9% en Guanajuato y Nuevo León se traduce en mayor poder adquisitivo y bienestar? La innovación disruptiva en materia laboral no debe medirse solo en pesos corrientes, sino en calidad de vida, en acceso a activos digitales, en flexibilidad. Las entidades que lideran la aportación a esta variación son los mismos polos de crecimiento de plazas. Esto sugiere una economía de “winner-takes-most”, donde el talento y la inversión se aglomeran, creando un círculo virtuoso para algunos y un desafío existencial para otros.
La solución creativa no está en subsidiar lo obsoleto, sino en incentivar la creación de nuevos sectores en las regiones rezagadas. Imagina a Veracruz o Michoacán no compitiendo por la misma inversión manufacturera, sino pioneras en economía circular bioceánica o en logística agro-tecnológica. El mapa laboral de 2025 es un documento vivo que nos grita que la era del desarrollo homogéneo ha terminado. La próxima frontera no es crear más empleos, sino diseñar futuros de trabajo completamente nuevos, desconectados de las geografías tradicionales y conectados a redes globales de valor. El status quo está roto. Es hora de codificar uno nuevo.










