El Gran Cisma de la Virtud Autoproclamada
En un acto de autosuficiencia política sin precedentes, el ilustrísimo Jorge Romero Herrera, máximo jerarca del Partido Acción Nacional, ha proclamado desde el sagrado recinto del Frontón México el advenimiento de una nueva era de pureza ideológica. Con la solemnidad de quien descubre la pólvora, anunció que la colectividad “será una nueva voz para la sociedad”, lo que se traduce en el divorcio unilateral de toda coalición, alianza o compromiso con otras siglas que pudieran mancillar su inmaculada esencia.
Según el oráculo partidista, esta epifanía del aislamiento responde al clamor de una “mayoría de votantes”, esos seres mitológicos que solo aparecen en discursos y encuestas cualitativas. Así se pone punto final a una era de contaminación partidista, donde el PAN había rebajado su dignidad a mezquinos trueques electorales. ¡Nunca más una sigla ajena se antepondrá a las tres letras sagradas!
En un alarde de innovación democrática que haría palidecer a la Atenas clásica, el partido implementará un novedoso método de selección de candidatos mediante elecciones primarias abiertas. La ciudadanía, esa masa anónima hasta hoy ignorada en los conciliábulos internos, tendrá el privilegio de decidir quién los representará. Bajo este nuevo paradigma, regresa al PAN la meritocracia, esa entelequia que había estado de vacaciones mientras los dedos designaban a los elegidos.
La revolución inclusiva culmina con la apertura total de la afiliación mediante una plataforma tecnológica. Las cadenas de la membresía tradicional han sido rotas. En el nuevo PAN del futuro, nadie decidirá si puedes o no ser panista, excepto, por supuesto, el algoritmo que validará tu adhesión digital. ¡Larga vida a la pureza partidista en la era digital!
