El poder de la aguja: Sheinbaum y la revolución de la moda indígena

Redefiniendo el poder: la estética disruptiva de Sheinbaum

En el epicentro del poder ejecutivo mexicano, la narrativa de la elegancia se reescribe. Lejos de los ateliers europeos, un colectivo de creadoras mexicanas, muchas de ellas de origen indígena, está marcando la pauta. Ellas son las arquitectas del vestuario de Claudia Sheinbaum, fusionando innovación con herencia cultural en una propuesta de moda consciente y de bajo impacto. Esta decisión estética, una declaración de principios en sí misma, acaba de obtener reconocimiento global, situando el arte textil ancestral en la mirada internacional.

De la comunidad al Palacio: las creadoras detrás del estilo

Olivia Trujillo opera desde su espacio de creación en San Pedro Mártir, Ciudad de México. Su colaboración comenzó en 2022 con una solicitud simple: un atuendo que transmitiera seguridad y sobriedad. Sin planearlo, se convirtió en una pieza clave para construir la imagen de la primera presidenta de México. Su proceso es un ecosistema colaborativo: recibe textiles y bordados elaborados en diversas regiones, y su talento reside en regenerar prendas como los huipiles, transformándolos en conjuntos contemporáneos. “Es un orgullo colectivo“, afirma, al ver cómo sus diseños inspiran una nueva demanda de moda con identidad.

Bordados con libertad: la firma zapoteca en la toma de posesión

El simbólico vestido marfil de la asunción presidencial encapsula esta filosofía. Claudia Vásquez, artesana zapoteca de Tehuantepec, Oaxaca, recibió una única instrucción para los adornos: total libertad creativa. “Hice los trazos manuales y luego los plasmamos en la tela”, relata. Para ella, este hito significa el fin de décadas de infravaloración. Recuerda una época en la que, para evitar el señalamiento, las mujeres cambiaban su indumentaria tradicional al llegar a la capital. “Hoy todo cambió. Somos vistas como lo que somos: artistas“, proclama.

Del telar a la pantalla nacional: viralizando la tradición

En las montañas de Tlaxcala, Virginia Arce trabaja con su máquina Singer, tejiendo motivos de la biodiversidad nahua. Su colaboración más relevante fue un encargo bajo estricta confidencialidad el verano pasado. El resultado se reveló cuando Sheinbaum apareció en el balcón del Palacio Nacional para el Grito de Independencia, luciendo un vestido morado con el bordado de Arce en el corpiño. Millones de personas presenciaron ese momento. “Fue una emoción colectiva“, dice, al ver a su familia reunida frente a la pantalla. Esta experiencia transformó su autopercepción: “Lo que hago es, sin duda, alta costura“, afirma con contundencia.

Este fenómeno va más allá de la estilización; es un acto de reivindicación política y cultural. Sheinbaum, a través de su armario de poder, está catalizando una revalorización disruptiva del saber hacer indígena, convirtiendo cada aparición pública en una plataforma para la economía creativa, la sostenibilidad y un nuevo paradigma de lujo con raíces profundas.

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