El Senado despliega su teatro burocrático ante la nación

El Senado despliega su teatro burocrático ante la nación

El gran sacerdote de la seguridad se presenta ante el sagrado recinto

En un alarde de sincronización burocrática que haría llorar de emoción a cualquier burócrata del antiguo régimen soviético, la Suma Sacerdotisa del Circolo Senatorial, Laura Itzel Castillo Juárez, ha anunciado con pompa y ceremonia la próxima adoración ritual del secretario de Seguridad, Omar García Harfuch. El alto jerarca comparecerá para ofrecer sus mantras de seguridad en el marco de la sagrada glosa del primer informe de gobierno, donde las palabras volarán altas como cometas mientras la realidad se arrastra por el suelo.

Para demostrar su profundo compromiso con la igualdad de género, el mismo día dedicarán una sesión solemne -esa curiosa especialidad legislativa donde lo único que se solidifica son los discursos- para conmemorar el 72 aniversario del sufragio femenino. Qué mejor homenaje a las luchadoras sociales que un acto protocolario donde predominarán las fotografías para la galería y las sonrisas de compromiso.

Mientras la ciudadanía observa este ballet legislativo, los legisladores se preparan para su verdadera pasión: la aprobación febril de minutas que modificarán el Código Fiscal de la Federación, la Ley Federal de Derechos y la Ley del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios. Nada une más al pueblo con sus gobernantes que complejas reformas tributarias cuyo lenguaje parece diseñado por algún escriba medieval con sed de venganza.

El Senado, en su papel de novia expectante, aguarda con ansias la llegada de la más romántica de las propuestas: la Ley de Ingresos para el ejercicio fiscal 2026. Mientras tanto, frente al majestuoso edificio legislativo, se ha instalado un centro de acopio que ha logrado reunir víveres para llenar diez tráileres, demostrando que cuando el Estado falla, es el pueblo quien carga sobre sus espaldas las crisis de los damnificados por las lluvias torrenciales.

En este gran teatro de la democracia, donde las sesiones solemnes y las comparecencias mediáticas ocupan el centro del escenario, uno no puede evitar preguntarse si no estaríamos mejor sirviendo la burocracia en platos de oro, pues claramente es el manjar más exquisito que produce nuestro sistema político.

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