Gerardo Fernández Noroña emprende otro viaje “no oficial” en primera clase

En un acto de heroica modestia, el Presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, ha emprendido un viaje de carácter personal a Roma, Italia, porque qué mejor lugar para reflexionar sobre la austeridad republicana que entre los frescos del Vaticano y los aperitivos de primera clase de Aeroméxico.

Las fuentes parlamentarias, esas voces anónimas que siempre saben más que el ciudadano común, se apresuraron a aclarar que este periplo transalpino no tiene nada de oficial. “Es pura coincidencia que la Comisión Permanente quede huérfana justo cuando el senador decide cultivar su espíritu en la tierra del dolce far niente“, explicó un portavoz mientras ajustaba su corbata con nerviosismo.

Los videos del abordaje —que circulan más rápido que un proyecto de ley prioritario— muestran al legislador subiendo al avión con la elegancia de quien está acostumbrado a las alturas, tanto políticas como aeronáuticas. “¿Vacaciones? ¡Jamás!”, exclamó un aliado. “Es una misión de introspección fiscal: comparar el costo de los cannoli en Roma con los de la panadería de la esquina”.

El timing, como siempre, es impecable. Con el periodo extraordinario a la vuelta de la esquina, Noroña demostrará su compromiso inquebrantable regresando justo el domingo… o quizá el lunes al mediodía, dependiendo de si el jet lag lo permite.

Este episodio llega meses después de su escándalo parisino, donde el político aprendió una valiosa lección: viajar en business class no es un lujo, sino un sacrificio patriótico para mantener el prestigio nacional en el extranjero. Roma, por su parte, aguarda con ansias las enseñanzas que este moderno Marco Polo llevará de vuelta a la patria… junto con el recibo del hotel.