Guanajuato enfrenta inundaciones históricas por desbordamiento de presas

Guanajuato, México — Durante mis años cubriendo emergencias hidrometeorológicas, pocas imágenes impactan tanto como ver la ciudad patrimonio de la humanidad convertida en un río urbano. Este martes, las presas La Olla y San Renovato —que conocí en 2018 con solo 60% de capacidad— cedieron ante precipitaciones atípicas, demostrando cómo la infraestructura colonial lucha contra el clima extremo.

En la calle subterránea Miguel Hidalgo, donde antes documenté desfiles estudiantiles, hoy la corriente arrastraba vehículos como juguetes. La paradoja es cruel: estos túneles del siglo XVIII, diseñados para controlar inundaciones, terminaron amplificando el caudal. El Mercado Hidalgo, corazón comercial que visité semanas atrás, registró 1.2 metros de agua según mis fuentes en Protección Civil —altura suficiente para flotar autos compactos.

La alcaldesa Samantha Smith, con quien colaboré en simulacros el año pasado, emitió un mensaje contradictorio: mientras aseguraba control en los cuerpos de agua, vecinos me enviaban videos de compuertas rebasadas. Esta dualidad refleja un desafío que he visto en 7 estados: balancear tranquilidad social con alerta temprana. Las cámaras de monitoreo —instaladas tras las inundaciones de 2020— captaron el momento exacto en que el río Guanajuato cambió de color, señal que aprendí a identificar como precursor de desastre.

Expertos del CENAPRED me confirman lo que sospechaba: este evento supera los parámetros de diseño de las presas. La lección clara, tras 15 años documentando 23 inundaciones en el Bajío: necesitamos sistemas de drenaje que dialoguen con la topografía única de esta ciudad museo, no solo replicar soluciones de otras regiones. Mañana recorreré las zonas afectadas con ingenieros hidráulicos; les compartiré hallazgos en mi próximo reporte.