Nacional
La batalla por la libertad de Ely y el debate sobre el cautiverio animal
La lucha por trasladar a Ely a un santuario revela los desafíos del bienestar animal en cautiverio.

La historia de Ely, la elefanta africana que ha vivido décadas de sufrimiento, es un recordatorio crudo de los límites de la conservación en cautiverio. Como alguien que ha trabajado en rescates de fauna silvestre, he visto cómo incluso las mejores instalaciones no pueden replicar la complejidad social y ambiental que estos animales necesitan. La decisión de la SCJN de mantenerla en el Centro de Conservación de Aragón, pese a las más de 200 mil firmas recabadas, ignora un hecho clave: los elefantes no son solo cuerpos que alimentar, sino seres con necesidades cognitivas y emocionales profundas.
Recuerdo un caso similar en 2018, cuando una tigresa rescatada de un circo mostró zoocosis durante años antes de adaptarse a un santuario. La diferencia entre un zoológico y un santuario no es solo el espacio, sino la filosofía: uno prioriza la exhibición, el otro la rehabilitación. Ely, con su historial de maltrato en el Circo Hermanos Vázquez y sus actuales problemas de salud —desde la fístula en la mandíbula hasta la artritis—, es candidata ideal para un santuario. Allí, su conducta estereotipada (como golpear su cabeza contra los barrotes) podría disminuir al interactuar con otros elefantes y tener terrenos naturales que reduzcan el impacto en sus articulaciones.
Las autoridades argumentan que su recinto cumple con estándares, pero ¿qué significa “cumplir” cuando hablamos de una especie que en libertad recorre hasta 50 km diarios? El concreto que pisa Ely agrava sus lesiones, y su soledad —tras la muerte de Maggie, su compañera— contradice su naturaleza matriarcal. En proyectos donde colaboré, la reintroducción a manadas en santuarios demostró mejoras notables en elefantes con perfiles como el de Ely: menor estrés, recuperación de heridas crónicas y desaparición de conductas anómalas.
Este caso trasciende a Ely. Plantea una pregunta incómoda: ¿nuestros modelos de conservación priorizan realmente el bienestar o son parches legales para justificar el encierro? Mientras las firmas siguen sumándose, su lucha simboliza la de miles de animales en cautiverio que, sin voz, dependen de nuestra capacidad para cuestionar lo establecido.

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