La cadena de abusos oculta en la formación de médicos residentes

¿Por qué persiste un sistema que normaliza el maltrato hacia los futuros especialistas? Investigaciones de EL NORTE revelan un entramado de negligencia institucional, cultura del silencio y prácticas heredadas que convierten la formación médica en un viacrucis. Documentos oficiales, testimonios exclusivos y entrevistas con decanos exponen cómo la NOM-001-SSA-2023 —creada para proteger a los residentes— es letra muerta en hospitales públicos.

El círculo vicioso de la violencia

“Los que sufrieron abusos terminan replicándolos”, confiesa un anestesiólogo con 20 años en el IMSS bajo condición de anonimato. Reportes internos obtenidos por este medio detallan casos extremos: jornadas de 48 horas sin alimento, humillaciones públicas e incluso intentos de suicidio vinculados al acoso laboral. El reciente caso de Abraham, residente de medicina interna que se quitó la vida, destapó una crisis enquistada por décadas.

La complicidad institucional

Fuentes del Instituto Mexicano del Seguro Social admiten que los “profesores titulares” permiten que residentes senior impongan castigos arbitrarios. “Es un juego sin árbitro”, denuncia un neurocirujano. A pesar de que la normativa exige alimentación y descansos durante guardias, inspectores omiten su cumplimiento. ¿Quién rinde cuentas? Las autoridades estatales y federales —incluyendo a la titular del IMSS en Nuevo León— se negaron a responder nuestras solicitudes de entrevista.

Testimonios que estremecen

• Especialista en cuidados paliativos: “Atendíamos 120 pacientes por guardia mientras nos prohibían sentarnos”.
• Neumóloga: “Un acosador sexual permaneció tres años en contacto con residentes antes de ser removido”.
• Geriatra: “El hostigamiento me llevó a un colapso mental y luego a demandar a un colega”.

¿Reforma o complicidad?

Mientras la saturación hospitalaria aumenta —los residentes atienden al 70% de los casos en UMAEs—, expertos advierten que el sistema colapsará si no se erradican estas prácticas. “La disciplina no justifica la tortura”, subraya un documento circulado entre médicos. Hoy, la pregunta sigue en el aire: ¿Bastará con regulaciones o se necesita una revolución cultural en la formación médica?