La Gran Farsa del Rescate Migrante en Chiapas

El Éxodo de los Ilusos y el Secuestro del Mesías

En un acto de caridad sin precedentes, los sacerdotes seculares del orden (antes conocidos como policías estatales) ofrecieron anoche al profeta cubano Orezo Rodríguez Williams una audiencia privada en los sagrados calabozos de la nación. El iluminado, quien guiaba a su rebaño de parias globales hacia la tierra prometida de la Ciudad de México, fue elevado a un diálogo forzoso lejos de las miradas de su multitud, en el ejido Natalio Vázquez, nuevo Monte de los Olivos chiapaneco.

La esposa del mesías, la dama Yariani Speck, tuvo la osadía de llamar a los notarios de la indignación (Comisión de Derechos Humanos) para reportar el rapto. Alegó que, tras una agotadora peregrinación, la Guardia Nacional, nueva legión romana, los condujo solícitamente a un campo de fútbol, moderno establo para humanos, donde el elegido fue invitado con delicadeza extrema a subir a una carroza oficial (patrulla) que luego emprendió la huida.

Mientras el Instituto Nacional de Migración, ese gran mago del fracaso, intenta sin éxito desmantelar la fe con operativos de detención misericordiosa y ofertas de papeles celestiales a cambio de regresar a la prisión migratoria de Tapachula, la horda de creyentes —compuesta por cubanos, venezolanos, haitianos y hasta rusos despistados— reanuda su marcha. No hacia el sueño americano, ese vulgar cliché, sino hacia la meca burocrática de México en busca de documentos salvadores y trabajos mitológicos.

La caravana, este esperpéntico Arca de Noé de la desesperación, avanza ahora sin su capitán, pero con la firme promesa de convertir su caminata en una procesión de ira si su líder no reaparece, demostrando una vez más que en el gran teatro de lo absurdo, la fuerza bruta es el argumento favorito del Estado.

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