La otra cara de la peregrinación guadalupana el abandono de perros

La Fe que Mueve Montañas y la Sombra del Abandono

Con más de dos décadas trabajando en protección animal en la Ciudad de México, he sido testigo directo de cómo cada 12 de diciembre, la marea de fe que inunda el Cerro del Tepeyac deja, tras su retirada, una estela de lealtad desamparada. La devoción a la Virgen de Guadalupe es un espectáculo conmovedor de unidad y solidaridad humana, donde la gente comparte lo poco que tiene con el peregrino a su lado. Sin embargo, en este mosaico de humanidad, hay unas víctimas silenciosas cuyas historias conozco demasiado bien: los llamados perros peregrinos.

Una Definición que Esconde Dolorosas Realidades

En el argot de los rescatistas, el término “perro peregrino” engloba dos tragedias distintas. Por un lado, están los compañeros de viaje que, ya sea por descuido o por una decisión desgarradora, son dejados atrás cuando sus familias emprenden el camino de regreso a sus pueblos. He visto la confusión en sus ojos, esperando en una esquina cerca de la Basílica a un dueño que no volverá. Por otro lado, están los caninos callejeros que, instintivamente, se unen a las caravanas buscando un bocado de comida o un momento de contacto amable. Estos últimos, aunque más desconfiados, también quedan atrapados en el caos posterior.

Lecciones Aprendidas en el Operativo de Auxilio

La puesta en marcha del Operativo Perrito Peregrino por la Agencia de Atención Animal no es solo un protocolo; es el fruto de años de observar patrones y fallos. Ana Villagrán y su equipo, con quienes hemos colaborado en ocasiones, han entendido que la respuesta reactiva no es suficiente. Desplegar veterinarios y rescatistas durante los días críticos es vital, pero la verdadera lección aprendida es que la solución requiere una red de contención comunitaria. Los primeros reportes de abandono este año confirman, tristemente, que el fenómeno se repite.

El Camino Hacia una Solución Duradera: Más Allá de la Teoría

La teoría dice que hay que legislar y castigar. La práctica, vivida en primera línea, me ha enseñado que la educación y la facilitación son más poderosas. He conversado con peregrinos exhaustos que no sabían cómo llevar a su mascota de vuelta en el autobús abarrotado. Por eso, las acciones ciudadanas que propone el operativo son tan cruciales. Ofrecer un hogar de paso, donar alimento especializado o ayudar en los paseos no son gestos menores. Son eslabones en una cadena de compasión que puede romper el ciclo del abandono. La adopción definitiva es la meta, pero el cuidado temporal es el puente que salva vidas aquí y ahora.

Al final, tras años en esto, he llegado a una reflexión: la verdadera medida de nuestra devoción y solidaridad, como sociedad, no solo se ve en cómo tratamos a nuestros semejantes durante la peregrinación, sino también en cómo protegemos a las criaturas más inocentes e indefensas que quedan a su merced. Es un llamado a extender la empatía guadalupana a todas las criaturas.

RELACIONADOS

Ultimas Publicadas

Matamoros

¿QUÉ PASO AYER?

ANUNCIATE CON NOSOTROS

Scroll al inicio