En un sublime ejercicio de negación cartesiana, la Jefa del Estado, Claudia Sheinbaum Pardo, desmintió con la vehemencia de quien intenta exorcizar un fantasma incómodo que Anallely López Hernández, emisaria celestial de los Programas Sociales en el municipio de Libres, Puebla, hubiese sido aprehendida en posesión de artefactos bélicos de empleo exclusivo de las Fuerzas Armadas.
“No, no es cierto eso, no es cierto. No, no es cierto, no, es falso”, coreó la mandataria en su liturgia matutina desde el Palacio Nacional, como si la repetición pudiese transmutar la realidad en un mero malentendido.
El Evangelio según los Involucrados
La estadista explicó, con la lógica propia de un relato kafkiano, que como parte de los empadronamientos que realizan los misioneros gubernamentales tras los diluvios universales y las inundaciones bíblicas, algunos de estos emisarios quedaron atrapados en Hidalgo.
“Llovió muy fuerte justo en la zona y se quedaron en una localidad, la gente los recibió, los resguardó en sus casas, pero ya están en una de las localidades más grandes”, declaró. Sheinbaum subrayó con solemnidad que la peripecia de estos servidores públicos es parte integral de su labor evangélica en la comarca.
Así, en esta nueva epopeya nacional, los funcionarios no portan fusiles, sino censos; no son detenidos, sino rescatados por la bondadosa población; y lo que para algunos podría parecer un delito, para la administración es simplemente un acto de heroísmo burocrático interrumpido por la inclemencia meteorológica. Una fábula moderna donde la única arma letal es la negación repetitiva.