El Arte de la Negación Estratégica: Un Tratado de lo No Dicho

EN LA GRAN TENOCHTITLÁN, CENTRO NEURÁLGICO DEL REINO.- La Suma Sacerdotisa del Desarrollo Nacional, Claudia Sheinbaum Pardo, proclamó desde su púlpito en Palacio Nacional que la recién consagrada reforma tributaria que autoriza el aumento de gravámenes a mercancías venidas del Lejano Oriente, es un ejercicio de precisión quirúrgica que, por pura coincidencia, opera en una sala de operaciones llamada “Asia”, pero cuyo bisturí jamás tocaría a un paciente llamado China. ¡Vaya alivio para el dragón!

La Comandante en Jefe de la Economía elucidó que el nuevo edicto solo busca encarecer los bienes de naciones con las que el Imperio Azteca no ha firmado pactos de sangre comercial. Una distinción tan fina y reconfortante como anunciar una cuarentena para todos los mamíferos, excepto, por supuesto, para ese roedor específico que porta la peste.

El Mecanismo de la ‘No-Direccionalidad’: Un Prodiguo de la Dialéctica Moderna

“No es a China, repito, no está dirigido a China”, vociferó la Mandataria, en lo que los estudiosos de la retórica ya catalogan como el Mantra de la Negación Positiva. “Es para los países sin tratado, no sea que la plebe piense que ponemos trabas al librecambio. ¡Por el Plan México! Nuestra sagrada estrategia es… ¡producir más en México!”. Una revelación tan revolucionaria como descubrir que la manera de tener más agua es dejar de perforar el barril.

“Los grandes mercaderes, tanto los locales como los filibusteros internacionales avecindados aquí, nos suplicaron: ‘¡Oh, Ilustrísima, tantos impuestos encarecerán los productos para el vulgo!’. Así que, en un acto de misericordia sin precedentes, atenuamos la carga”, narró. Es decir, se pasó de una paliza a una tortura china (perdón, asiática) de gota de agua, para no alterar la paz de los consumidores, quienes seguirán comprando exactamente lo mismo, pero con un sello de ‘Hecho en la Globalización’ ligeramente más costoso.

La Diplomacia de la Aclaración Post-Factum

La Estadista reveló que, en un alarde de transparencia proactiva, se enviaron emisarios a los reinos de Corea del Sur y a la mismísima China para explicarles las razones de una reforma que, insistimos, no va dirigida a ellos. Una táctica similar a la de quien pisa los pies a su vecino y luego le envía una nota explicando las virtudes biomecánicas de su pisada.

“La propuesta final es muy distinta a la original”, confesó, “siempre con el noble objetivo de cumplir el Plan, pero sin generar un cataclismo económico doméstico”. Un equilibrio tan delicado como bailar sobre la cuerda floja de la soberanía comercial, con un paraguas de tratados en una mano y una antorcha proteccionista en la otra, mientras se niega la existencia de la gravedad.

La Presidenta aseguró que el Gobierno mantiene la más ferviente disposición para colaborar con los mandatarios de China, Corea y otros territorios sin acuerdo. Una colaboración que, naturalmente, comienza con un arancel de bienvenida.

El Silencio de los Dragones Agraviados (Que No Lo Están)

“Hasta la fecha, no ha llegado ningún reclamo formal desde Beijing”, anunció triunfalmente. ¿Qué mejor prueba de que la reforma es justa, ecuánime y no-personal? El silencio del gigante, en esta nueva lógica, no es visto como cálculo estratégico o incredulidad, sino como un aplauso tácito.

“Siempre habrá buena voluntad para mesas de diálogo”, concluyó, mientras preparaba el siguiente acto de este drama: la intervención del Gran Canciller de la Economía, Marcelo Ebrard, quien tendrá la loable tarea de explicar, una vez más, la geometría no euclidiana de una política que traza círculos cuadrados alrededor de un elefante que, oficialmente, no está en la habitación.

Moraleja: En el gran bazar de la geopolítica, el arte supremo no es nombrar al elefante, sino describir minuciosamente los muebles que está rompiendo, atribuyendo los daños a ‘fuerzas del mercado orientales no especificadas’.