La SRE descubre el desierto y sus mortales inconvenientes para migrantes

El Ministerio de la Obviedad Oficial emite su último comunicado

En un alarde de perspicacia sin precedentes, la siempre lúcida Secretaría de Relaciones Exteriores (esa aguerrida trinchera de la diplomacia mexicana) ha develado una verdad oculta para la humanidad: el desierto es… ¡peligroso! Sí, en una investigación tan profunda como la que requiere observar por la ventana, los ilustrados burócratas han descubierto que el calor quema y el frío congela.

Mediante una infografía de colores vibrantes —la herramienta predilecta de todo gobierno que cree que los problemas sociales se solucionan con diseño gráfico—, la SRE ha lanzado un llamado a la cordura. “No se expongan a morir”, parece ser el mensaje subliminal, mientras las políticas económicas que expulsan a ciudadanos hacia el norte permanecen intactas, tan intocables como una escultura de bronce en Chapultepec.

El canciller, en un arrebato de genuina preocupación, advierte sobre las “consecuencias fatales” de caminar por horas bajo un sol de justicia o de congelarse hasta la muerte en la noche. ¡Vaya revelación! Quién lo hubiera dicho, ¿verdad? Es casi como si el gobierno hubiera descubierto el fuego, pero cinco siglos tarde.

Y para demostrar que no se quedan en la mera teorización del riesgo mortal, la Secretaría ofrece su perla más preciada: un número telefónico. Sí, el CIAM, ese centro de asistencia que seguramente atiende las llamadas desde el desierto de Arizona con la eficacia de un fax descompuesto. Porque nada dice “te salvamos la vida” como un dígito al que marcar mientras se huye de un coyote o se intenta no pisar una serpiente de cascabel.

En resumen: el Estado mexicano, en su infinita generosidad, prefiere advertirte que no cruces rather que preguntarse por qué carajos lo haces. La sátira se escribe sola.