México y EU invierten millones en moscas estériles mientras el ganado cruza la frontera

En un giro digno de una distopía agropecuaria, México y Estados Unidos han decidido que la solución a los problemas ganaderos no está en mejorar las condiciones de los animales, sino en bombardear el campo con moscas castradas. Sí, leyó bien: mientras el mundo lucha contra la inflación, estos dos gobiernos gastarán 51 millones de dólares en construir una fábrica de insectos sexualmente frustrados en Chiapas.

Las autoridades mexicanas, siempre tan optimistas como un vendedor de lotería, prometen entregar la planta en 2026. Mientras tanto, los estadounidenses, conocedores del arte de la procrastinación burocrática, calculan que hasta 2027 veremos volar a estos machos estériles. ¿El objetivo? Producir 100 millones de moscas célibes por semana, porque nada dice “progreso científico” como criar ejércitos de insectos incapaces de reproducirse.

Pero aquí viene lo mejor: incluso con esta faraónica inversión, habrá un déficit semanal de 300 millones de moscas. Es decir, estamos ante el primer caso en la historia donde un gobierno admite abiertamente que su plan está condenado al fracaso… pero lo ejecuta igual. ¿Por qué? Porque en el mundo de la política agrícola, lo importante no es resolver el problema, sino simular que se hace algo.

Mientras tanto, en un acto de sincronía absurda, el ganado mexicano vuelve a cruzar la frontera como si nada hubiera pasado. Los puertos se reabren uno tras otro, como si el verdadero problema no fueran las plagas, sino la incapacidad de coordinar una política binacional. ¿Moraleja? En la era de la diplomacia agropecuaria, es más fácil enviar moscas estériles que tomar decisiones estériles… perdón, eficientes.

Así que ya lo sabe: si ve pasar un camión lleno de becerros rumbo a Arizona, no se preocupe. Pronto, una nube de insectos frustrados seguirá el mismo camino. Porque en este mundo al revés, la solución siempre está en el lugar menos pensado… o en el más ridículo.