Perro en custodia en Yucatán tras agredir a tres personas

En un hecho que desafía las convenciones sobre el manejo de animales peligrosos, las autoridades de Sisal, Yucatán, decidieron “encarcelar” a un perro tras atacar a tres personas, incluido un adulto mayor. ¿Es esta la solución o solo un parche a un problema sistémico? El comisario Joaquín Galaz justificó la medida como temporal, pero la realidad exige repensar cómo abordamos la tenencia responsable.

Mientras el can permanece bajo custodia, surgen preguntas incómodas: ¿Por qué esperar a que ocurran incidentes para actuar? La negligencia de los dueños no solo pone en riesgo a la comunidad, sino que convierte a las mascotas en víctimas de un sistema reactivo, no preventivo. Organizaciones proponen esterilización y adopción, pero ¿y si innovamos con programas de educación canina obligatoria para dueños irresponsables?

El caso revela una brecha legal: las sanciones por omisión de vigilancia existen, pero su aplicación es tibia. Imaginen un modelo donde los dueños de animales agresivos deban completar cursos de manejo, como ocurre con infractores de tránsito. O mejor aún, ¿qué tal usar tecnología como collares GPS con alertas tempranas para mascotas con historial de agresividad?

La viralización del caso en redes sociales muestra el poder ciudadano para exigir soluciones éticas. En lugar de perreras municipales, ¿por no crear redes de hogares temporales especializados en rehabilitación? El futuro no está en sacrificar, sino en reinventar. Este perro podría ser el catalizador de un cambio radical en cómo las ciudades gestionan la convivencia entre humanos y animales.

Mientras las autoridades deciden el destino legal del can, una pregunta queda flotando: ¿Estamos listos para transformar el miedo en oportunidades de innovación social?