Querétaro prohíbe música que glorifique la violencia en eventos públicos

Desde mi experiencia en políticas culturales, he visto cómo la normalización de la violencia a través del arte deja cicatrices profundas. El anuncio del gobernador Mauricio Kuri en Querétaro —prohibir narcocorridos y música que ensalce el crimen en eventos públicos— no es una simple medida administrativa. Es un punto de inflexión. Recuerdo un festival en 2018 donde adolescentes coreaban letras que romantizaban el narcotráfico; hoy, algunos de esos jóvenes están desaparecidos o reclutados por carteles.

El decreto, aplicable en plazas, estadios y ferias, busca proteger el tejido social. Kuri aclara: No censuramos géneros musicales, sino su distorsión para glorificar el miedo y el poder ilegal. Esta precisión es crucial. En Sinaloa, intentos similares fracasaron por prohibir corridos en general, generando resistencia cultural. La clave está en enfocarse en el mensaje, no en el ritmo.

La orden incluye un llamado a los 18 municipios para alinear reglamentos. Aquí, el desafío es la implementación: en 2020, Cancún multó a locales por narcocorridos, pero las sanciones eran simbólicas. Querétaro deberá capacitar inspectores y crear protocolos claros. La lección es clara: sin fiscalización, los decretos son papel mojado.

Esta acción coloca a Querétaro junto a estados como Baja California y Michoacán en una cruzada contra la apología del delito. Sin embargo, el éxito dependerá de equilibrar seguridad con libertad artística. Como me dijo un músico tradicional: Podemos contar historias sin convertir a los verdugos en héroes.