Rusia extiende su mano energética a México con promesas de gas y tecnología

En un giro que nadie vio venir (excepto quizás los guionistas de House of Cards), el gigante euroasiático ha decidido que México necesita urgentemente un curso intensivo de “Cómo ser amigo de Rusia en 10 lecciones fáciles”. La primera clase: sustituir gradualmente el 70% de gas estadounidense por el equivalente eslavo, porque nada dice “soberanía energética” como cambiar una dependencia por otra.

La Embajada Rusa en México, en un comunicado que olía a vodka y oportunismo geopolítico, no solo ofreció el preciado hidrocarburo, sino también el paquete completo: desde cómo extraer crudo en lugares imposibles hasta el manual avanzado de “Energía eléctrica para dummies”. Todo esto, por supuesto, sin ningún interés oculto, como buen samaritano global que solo quiere ver brillar las luces de México… preferiblemente alimentadas por Gazprom.

Serguéi Tsiviliov, Ministro de Energía ruso y posible protagonista de la próxima temporada de El juego del calamar geopolítico, juró que sus empresas solo buscan “cooperación desinteresada”. Las mismas que en Europa del Este practicaron el arte del “gas a cambio de lealtad” ahora prometen compartir sus secretos tecnológicos, porque en la nueva Guerra Fría, el cliente mexicano siempre tiene la razón.

Mientras Fitch Ratings recuerda que EE.UU. provee el 70% del gas mexicano, Moscú responde con un “hold my vodka” diplomático. La pregunta que queda flotando como el olor a gas en una cocina mal ventilada: ¿Estará México cambiando de patrocinador energético como quien cambia de plataforma de streaming?

En este reality show de relaciones internacionales, solo una cosa es segura: cuando los gigantes energéticos coquetean, los países medianos bailan… al ritmo que marque el termostato global.