Un reconocimiento que marca el camino
Recibir el título de Persona del Año por parte de PETA Latino no es un mero galardón; es un reflejo de un compromiso de años. En mi trayectoria, he aprendido que los avances genuinos en protección animal surgen cuando la convicción política se alía con el conocimiento experto y la pasión de la sociedad civil. Por eso, el anuncio de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo sobre la nueva Ley de Cuidado Animal nacional me llena de esperanza, pero también de una cautela bien aprendida.
La prisa, enemiga de la buena ley
Sheinbaum reveló que existe una propuesta legislativa presentada por diputados, pero que el Ejecutivo recomendó ampliar el periodo de análisis. Esta decisión es crucial. He visto demasiadas iniciativas bienintencionadas naufragar por no escuchar a quienes están en la trinchera: las asociaciones protectoras, los veterinarios de campo, los etólogos. Incluirlos no es un trámite, es la columna vertebral para una normativa aplicable y robusta que evite vacíos legales.
Tejiendo una red legislativa integral
La mandataria no habló de una ley aislada. Enlazó este proyecto con la recién aprobada Ley de Economía Circular, trabajada con la Semarnat. Esta visión holística es la correcta. La sostenibilidad ambiental y el bienestar animal son dos caras de la misma moneda. Una lección que la experiencia enseña es que las políticas públicas efectivas son aquellas que entienden estas interconexiones, creando un marco coherente que proteja tanto los ecosistemas como a los seres que los habitan.
El verdadero desafío comienza ahora
El tiempo adicional de discusión es una oportunidad de oro. El reto, y lo digo por experiencia, será canalizar la diversidad de opiniones –a veces contrapuestas– hacia un consenso práctico. La ley debe ser clara en definir responsabilidades, realista en su implementación y contundente contra el maltrato. Si se logra con una participación social auténtica, no será solo un texto legal, sino un pacto nacional de compasión y responsabilidad.
