CIUDAD JUÁREZ, Chihuahua. Desde esta frontera, símbolo de luchas y resiliencia, presencié un acto que va más allá de la inauguración de un edificio. La Presidenta Claudia Sheinbaum puso en marcha un Centro LIBRE, un concepto que, en mi experiencia, representa un cambio de paradigma: pasar de la denuncia reactiva a la construcción proactiva de autonomía. No se trata solo de un lugar para asesoría legal y psicológica gratuita; es un bastión donde se tejen redes de sororidad y se imparten talleres que siembran la semilla de la independencia económica y emocional. He visto cómo espacios así se convierten en el primer escalón para que una mujer redescubra que puede ser, efectivamente, lo que quiera ser.
La Presidenta enfatizó algo que resuena con lo aprendido tras años en este ámbito: “Es tiempo de mujeres sin violencia y también de libertad. Es tiempo de libertad y es tiempo también de amor”. Esta tríada –libre de violencia, libertad, amor– no es retórica. En la práctica, he comprobado que no se puede construir lo segundo y lo tercero sin garantizar lo primero. Los Centros LIBRE, junto con la Cartilla de Derechos (más de 25 millones distribuidas) y la Red de Tejedoras de la Patria, son herramientas tangibles. Son el “cómo” detrás del discurso. La Pensión para Mujeres Bienestar, por ejemplo, no es solo un apoyo económico; para muchas adultas mayores es su primera experiencia de autonomía financiera, un hecho transformador que he visto con mis propios ojos.
Un anuncio de profundo calado fue la declaración de 2026 como el Año de Margarita Maza. Sheinbaum hizo una puntualización crucial: “más allá de ser esposa de Benito Juárez, fue clave en la historia”. Esta mirada es fundamental. En mi trayectoria, he notado cómo la historia oficial ha oscurecido a las mujeres, reduciéndolas a roles adjuntos. Reivindicar a Maza, y develar en diciembre seis esculturas de mujeres indígenas en el Paseo de las Heroínas –como la Reina Roja de Palenque o la guerrera purépecha Eréndira–, no es un gesto simbólico menor. Es corregir el relato, dar referentes y decirle a las niñas: “su legado también es el cimiento de este país”. La reforma al calendario cívico con 32 fechas emblemáticas va en esa misma dirección: hacer visible lo siempre invisibilizado.
Como señaló la secretaria Citlalli Hernández, este es el segundo de 17 centros en el estado, una respuesta directa a la petición de las mujeres de la región. Ciudad Juárez, una ciudad que ha llevado en su piel el dolor más extremo de la violencia de género, hoy alberga un faro de esperanza construido desde la escucha. La lección que queda, más allá de los anuncios, es clara: las políticas públicas más efectivas son aquellas que surgen de las demandas concretas de la gente, se materializan en servicios accesibles y se acompañan de una batalla cultural por la memoria y el reconocimiento. El camino es largo, pero hoy, aquí, se coloca una piedra angular.

















