El INE investiga acordeones electorales mientras despensas compran votos

En un giro que nadie anticipó (excepto quizá los 4.7 millones de ciudadanos hartos de pantomimas), el INE anunció con solemnidad casi litúrgica que solo tres valientes almas se atrevieron a denunciar el reparto de “acordeones electorales” por parte del gobierno de Samuel García. Las quejas, enviadas a la FISEL como si fueran manuscritos medievales a la Santa Inquisición, presumen delitos… aunque el verdadero milagro es que alguien aún crea en estos rituales burocráticos.

Olga Alicia Castro, vocal ejecutiva del INE, aclaró con candor digno de cuento de hadas que “no hay denuncias por el reparto de despensas y 800 pesos mensuales” a cambio de votos. ¡Qué alivio! Seguramente los beneficiarios de tal generosidad gubernamental estaban demasiado ocupados agradeciendo como para manchar el expediente. Eso sí, tres acordeones mal repartidos merecen fiscalía, mientras el clientelismo institucionalizado pasa como mera anécdota.

“Este tipo de conductas podrían configurarse como delito electoral”, declaró Castro, en lo que parece el lema no oficial de la democracia mexicana: Todo es posible, nada es seguro.

Mientras tanto, la FDE acumula 31 denuncias por el “operativo acordeón”, estrategia tan sutil como un elefante en una cristalería. Pero tranquilos: el INE ya integró expedientes. Porque si hay algo que aterrorice a los poderosos, es sin duda un folder bien etiquetado en alguna sala regional.

Así, entre folios y simulacros, Nuevo León demuestra que la innovación no está en sus discursos, sino en reinventar la vieja fórmula: pan y circo… pero con hashtags.