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Nacional

La farsa burocrática que extingue a la vaquita marina

La burocracia y la inacción gubernamental orquestan la desaparición de un cetáceo en el escenario del crimen organizado.

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El Gran Teatro de la Inacción Gubernamental

En un acto de pantomima ecológica que haría sonrojar al más cínico de los burócratas, el gobierno mexicano ha sido acusado formalmente de su papel estelar en la tragicomedia titulada “Protección de la Vaquita Marina: Una Epopeya de Omitancias“. El elenco de esta farsa, dirigida por la Comisión para la Cooperación Ambiental (CCA), revela cómo la República de las Omisiones ha perfeccionado el arte de no aplicar sus propias leyes, transformando el Alto Golfo de California en un escenario de crimen organizado con acuerdos incumplidos como telón de fondo.

Foto: El Universal.

La trama se desarrolla con meticulosa incompetencia: mientras el artículo 55 de la Ley General de Vida Silvestre yace secuestrado en una gaveta ministerial, el tráfico ilegal de totoaba celebra su libre mercado en aguas nacionales. Los acuerdos de veda, aquellos papeles venerables de 1975, han encontrado su destino final como pisapapeles decorativos en oficinas gubernamentales, mientras las redes de enmalle tejen su trama mortal con impunidad soberana.

El Genocidio Administrativo de un Cetáceo

Las cifras revelan la eficacia catastrófica de esta política de exterminio por negligencia: una población diezmada en 99% entre 1997 y 2018, reduciendo el elenco principal de esta tragedia de seis actores en 2022. El monitoreo acústico no registra ya cantos de vaquitas, sino los susurros de los funcionarios justificando su inacción mientras el crimen organizado pesca totoabas al ritmo de decretos incumplidos y vedas fantasma.

Este expediente de hechos preparado por el secretariado de la CCA no es sino el guion de una comedia negra donde los acuerdos administrativos protagonizan escenas de aplicación efectiva nula, y donde la Ley General de Vida Silvestre representa ese personaje secundario que todos mencionan pero nadie ha visto actuar.

Mientras tanto, las organizaciones ambientales —ese coro griego que nadie escucha— presentan su demanda contra el Estado espectador, ese Leviatán burocrático que observa, registra, firma acuerdos y luego archiva la conservación de especies en el cementerio de las buenas intenciones.

El colapso vertiginoso de la marsopa mexicana no es accidente, sino obra maestra de la incapacidad institucional:

  1. Una pesca ilegal que opera con la eficiencia que el gobierno envidia
  2. Un marco regulatorio que existe para ser evadido
  3. Un ecocidio administrado con precisión burocrática

El verdadero drama no es la desaparición de la vaquita, sino el espectáculo grotesco de un aparato gubernamental que simula protegerla mientras asiste, como invitado de honor, a su funeral marino.

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