Detienen en el AICM al tesorero fantasma del Cártel Jalisco Nueva Generación
En un giro tragicómico digno del más absurdo teatro del absurdo, las pulcras y estériles terminales del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México fueron el escenario de una captura que huele a puro marketing gubernamental. Las autoridades federales, en un arrebato de eficacia tan inusual como sospechoso, detuvieron a Óscar Antonio “N”, a quien se le señala como el principal operador financiero del Cártel Jalisco Nueva Generación. Su delito, según la comedia burocrática: tener una orden de aprehensión por el delito de ser demasiado bueno en su trabajo de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Este moderno Midas del crimen, un lavador de dinero al servicio de los semidioses del narco, Rubén Oseguera Cervantes (“Mencho”) y Abraham Oseguera Cervantes (“Rodo”), no convertía en oro todo lo que tocaba, sino en respetabilidad. Su varita mágica no era un conjuro, sino la compra de propiedades y la infiltración en el sagrado mundo de la industria tequilera y ganadera, baluartes de la identidad nacional ahora regados con el abono de la narco-inversión.
Pero el verdadero acto de magia, el truco de prestidigitación que haría palidecer a Houdini, era su habilidad para gestionar el cambio de nombre de bienes inmuebles. ¿Sus cómplices? Nada menos que los sumos sacerdotes de la fe pública: notarios públicos en diversos municipios de Jalisco, quienes, con un sello y una firma, blanqueaban fortunas más rápido que un ciclo completo de lavado.
El Gabinete de Seguridad, en un comunicado que rezuma autocomplacencia, informó que este golpe maestro fue producto de los trabajos de investigación del Centro Nacional de Inteligencia. Un elenco de estrellas conformado por la Guardia Nacional, el Ejército, la Marina y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, todos unidos en perfecta sincronía para interceptar a un solo hombre que procedía de un vuelo de Barcelona, España. ¡Qué eficacia! Casi da esperanza en que, tal vez, los otros miles de delincuentes que operan a sus anchas podrían ser next.
Álvarez fue, por supuesto, puesto a disposición del agente del Ministerio Público correspondiente, quien determinará su situación jurídica en un sistema que todos sabemos es un modelo de celeridad e impartición de justicia.
El Gabinete de Seguridad, no podía ser de otra manera, concluyó la farsa recalcando que esta operación se realizó en estricto apego al estado de derecho y con un respeto inquebrantable a los derechos humanos. Porque nada dice “derechos humanos” como una puesta en escena mediática que ignora la vasta red de corrupción que permite que estos personajes existan en primer lugar. Un solo pez fuera del agua, mientras el océano del crimen sigue tan lleno como siempre.
