Recuerdo con claridad cómo, en la industria, se hablaba con un tono entre admiración y preocupación de la última hazaña de Jorge Negrete. Con el tiempo, he aprendido que los grandes artistas a menudo escriben su epílogo con su arte. Cinco meses antes de su partida, el ídolo charro, recién cumplidos los 42 años, desafió su delicado estado físico para filmar “El rapto”, su obra póstuma, junto a María Félix. Dirigida por Emilio “El Indio” Fernández, la cinta se transformó, a la luz de los hechos, en un presagio cinematográfico de su muerte.
Venía de un éxito resonante en el Teatro Lírico compartiendo escenario con Pedro Infante, un duelo de titanes que el público atesoró. Habían filmado juntos “Dos tipos de cuidado”, y todo auguraba más gloria. Pero la salud es un director implacable. Negrete padecía una cirrosis hepática avanzada, una sentencia silenciosa que quienes estábamos cerca del medio conocíamos, aunque el público y la prensa no alcanzaban a dimensionar su gravedad. La amenaza de una hemorragia fatal era una sombra constante.
El testamento vocal de un ídolo enfermo
Lo que siempre me ha conmovido, y es una lección de profesionalismo que comparto con las nuevas generaciones, fue su técnica vocal. Aún enfermo, su voz en “El rapto” era formidable. Interpretó temas como “Parranda larga” y “Ojos tapatíos”, pero fue su interpretación de “El jinete”, de José Alfredo Jiménez, la que grabó a fuego su despedida. La imagen del charro cabalgando solo, cantando a un amor perdido y casi anhelando la muerte, trasciende la pantalla. No era solo actuación; era la expresión de un alma que intuía su final, una canción de desamor y duelo que se fundía con su realidad.
Una frase premonitoria y un legado eterno
En la película, Andrés Soler dice una línea que hoy estremece: “Mucho me temo que no lo volveremos a ver”. Y así fue. El estreno de la cinta en 1954 fue póstumo. Jorge Negrete falleció el 5 de diciembre de 1953 en Los Ángeles. En México, el cine guardó cinco minutos de silencio, un homenaje sin precedentes. EL UNIVERSAL documentó que medio millón de personas inundaron las calles para recibir sus restos en la Ciudad de México. Su muerte no fue el fin, sino la consolidación de su mito.
Letra de la canción “El Jinete”
Por la lejana montaña
Va cabalgando un jinete
Vaga, solito en el mundo
Y va deseando la muerte
Lleva en su pecho una herida
Va con su alma destrozada
Quisiera perder la vida
Y reunirse con su amada
La quería más que a su vida
Y la perdió para siempre
Por eso lleva una herida
Por eso busca la muerte
Con su guitarra cantando
Se pasa noches enteras
Hombre y guitarra llorando
A la luz de las estrellas
Después se pierde en la noche
Y aunque la noche es muy bella
Él va pidiéndole a Dios
Que se lo lleve con ella
La quería más que a su vida
Y la perdió para siempre
Por eso lleva una herida
Por eso busca la muerte
Por eso lleva una herida
Por eso busca la muerte
Ay, ay, ay.













