Isaac del Toro cede la victoria en un acto de nobleza deportiva

La Clásica de Ordizia, una de las carreras más emblemáticas del calendario ciclista ibérico, vivió un momento que trasciende el mero resultado. Isaac del Toro, el joven prodigio mexicano del UAE Team Emirates, tenía la victoria al alcance de su mano tras una exhibición de fuerza y táctica impecable. Sin embargo, en un gesto que define el espíritu del ciclismo moderno, decidió ceder el triunfo al local Igor Arrieta en los metros finales.

Con 167 kilómetros de recorrido, esta prueba centenaria demostró una vez más por qué es un termómetro del estado de forma de los corredores. Del Toro, reciente subcampeón del Giro de Italia, mostró su clase al reagruparse tras una fuga inicial liderada por Stefan de Bod. Como aprendí en mis años siguiendo el pelotón, las escapadas tempranas rara vez prosperan en carreras de este perfil, y así fue: cuando el terreno comenzó a inclinarse, el UAE Team Emirates XRG tomó el mando con precisión quirúrgica.

Lo más destacable vino en el último tercio de carrera. “Torito” ejecutó un ataque magistral a 12 km de meta, superando a Carr y Arrieta con una potencia que recordaba a sus mejores actuaciones. Pero aquí viene la lección que solo la experiencia enseña: a veces la grandeza no está en ganar, sino en saber cuándo ceder el protagonismo. A 1.7 km del final, Del Toro redujo el ritmo, permitiendo a Arrieta llevarse la gloria local mientras su compañero Morgado completaba un podio histórico para el equipo.

Este episodio me trae a la memoria aquella vez que Hinault ayudó a LeMond en el Tour del 85. En el ciclismo, como en la vida, los gestos perduran más que los resultados. La estrategia del UAE Team Emirates XRG fue impecable, pero lo que realmente quedará en la memoria es esta muestra de inteligencia deportiva y compañerismo que Isaac del Toro regaló al mundo del ciclismo.